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ESPANYOL 3 - VALENCIA 3

Sergio García cierra un empate de Champions ante el Valencia

El delantero del Espanyol, partícipe en los dos primeros tantos pericos, anotó el tercero en el minuto 93, tras un amago de remontada ché: del 87' al 90' pasaron del 2-1 al 2-3.

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Espanyol's Ghanaian midfielder Wakaso Mubarak (Hidden) is congratuled by his teammates after scoring during the Spanish league football match RCD Espanyol vs Valencia CF on April 13, 2013 at the Cornella-El Prat stadium in Cornella.   AFP PHOTO/ JOSEP LAGO
Espanyol's Ghanaian midfielder Wakaso Mubarak (Hidden) is congratuled by his teammates after scoring during the Spanish league football match RCD Espanyol vs Valencia CF on April 13, 2013 at the Cornella-El Prat stadium in Cornella. AFP PHOTO/ JOSEP LAGOJOSEP LAGOAFP

Sergio García abrió la tarde y cerró la noche en Cornellà-El Prat. Participó en los tres goles del Espanyol, trajo a la zaga valencianista por el camino de la amargura y acabó por marcar el último y definitivo en el minuto 93. Si el Espanyol está salvado —porque, con 40 puntos, lo está— es en gran medida gracias a él. Y esta vez por partida triple, acaso inspirado por la presencia delante suyo de Soldado. Dos delanteros que quieren regresar a la Selección, representantes de dos estilos. El perico, omnipresente. El valencianista, capaz de entregar un gol y marcar otro en apenas tres minutos tras un encuentro muy discreto. Se le acumula trabajo a Del Bosque, como se le acumularon en este Espanyol-Valencia las emociones al público. Final de infarto para un partido de Champions, la que aún no alcanza el Valencia.

La primera mitad ya fue patrimonio exclusivo de Sergio García. A los tres minutos, le faltaron centímetros para alcanzar un centro trastabillado de Stuani que se paseó por la misma línea de gol. A la media hora llegó un estallido, con tres ocasiones de las que fue partícipe con apenas un minuto de margen. Primero, el del Bon Pastor le robó un balón a Parejo en la frontal, corrió y lo cruzó en exceso. En la jugada siguiente, cedió de tacón para Stuani, quien se topó con Guaita al disparar al primer palo, sin apenas ángulo. Y, sin tiempo para pestañear, el propio Sergio entregaba un pase a Héctor Moreno, que enviaba fuera un remate acrobático.

Su olfato de gol se afilaba, como lo acabó de ratificar el posible penalti del que fue víctima, en el 43’, cuando Víctor Ruiz —que había entrado por lesión de Ricardo Costa— le arrolló en el límite del terreno de juego; era la segunda pena máxima que se reclamaba en Cornellà-El Prat, tras una caída de Stuani ante Guardado al cuarto de hora. Así que dos minutos más tarde, y en otro límite (el del tiempo reglamentario de la primera mitad), el omnipresente Sergio alzaba la mirada y entregaba desde la derecha un centro impecable, extraordinario, para que irrumpiendo veloz desde atrás y al segundo palo, Wakaso emergiera ante Pereira como si sus 1,71 metros fueran los 1,98 de Michael Jordan y, en suspensión, cabecease el 1-0. El ghanés le toma el gusto a esto de marcar: también lo hizo hace siete días en El Sadar.

No es que el Valencia no existiera durante el primer acto, más allá de aguantar las embestidas pericas. No en vano, la posesión fue ché. Eso, y poco más, exceptuando un centro de Jonas desde la diestra (en el 9’) que se fue envenenando y que finalmente Casilla tuvo que rechazar a córner con la punta de los dedos, acción que en el área contraria calcarían tras el descanso Verdú y Guaita. Incomprensible mansedumbre para una alineación repleta de jugones: Pareja, Banega, Jonas, Soldado...

Esa acumulación de finos estilistas fue, paradójicamente, su mal hasta el descanso —solo Tino Costa hasta su lesión peleaba en un ataque demasiado estático ché, mientras el Espanyol presionaba en masa y forzaba errores—, pero justamente el remedio en la reanudación. Pronto los de Valverde echaron mano con éxito del tiralíneas que tanta calidad reunida les permitía emplear: a los 53’, Banega se inventaba un pase a la espalda de la zaga perica y Jonas se apartaba inteligentemente hacia atrás para habilitar a Canales, quien tras un desmarque convertía el 1-1 bajo las piernas de Casilla. Soldado tuvo el 1-2 ocho minutos después, en un remate desde dentro del área que impactó en la madera. Aunque más madera fue acto seguido el tercer penalti reclamado de la noche, éste el menos probable, en un forcejeo de Stuani con Albelda en el área ché. Parecía más un accidente, como la posterior lesión de Mattioni. Y, mientras tanto, Soldado exhibía de nuevo una extraña indolencia disparando solo a las manos de Casilla.

Lo opuesto a la indolencia, la mordacidad, es lo que erigió a Wakaso en protagonista también en el 2-1. Inició una jugada, cabalgó, combinó con Sergio, éste se la devolvió y cedió a Verdú para que superase a Guaita. Debió de picarse Soldado, que hizo las veces de Wakaso para el 2-2: dejársela de cabeza a Jonas, quien se la acomodó y batió a Casilla. Eso sucedió en el 87’, pero es que al pichichi valencianista le bastaron tres minutos para dar la asistencia del empate y para marcar el gol de la provisional remontada, a asistencia de Banega. Pero el desafío no iba a acabar en el 90’, sino en el último segundo, con la pugna de Sergio García para superar a Víctor Ruiz y establecer el 3-3. La locura.