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OSASUNA 0 - ESPANYOL 2

Wakaso no es de este reino

Dio un gol, marcó otro y deja al Espanyol virtualmente salvado con ocho jornadas de antelación ante un Osasuna que deberá sufrir tras volver a caer en su estadio.

Actualizado a
El jugador del Espanyol Héctor Moreno (2i) celebra el gol conseguido ante Osasuna en el partido de la trigésima jornada.
El jugador del Espanyol Héctor Moreno (2i) celebra el gol conseguido ante Osasuna en el partido de la trigésima jornada.Jesus DigesEFE

Se han disputado 500 partidos de Primera en El Sadar, pero en este Osasuna-Espanyol quien dio más indicios de conocer la idiosincrasia del estadio fue Javier Aguirre. Por algo fue el técnico rojillo durante cuatro temporadas. Su Espanyol imprimió orden cuando se trataba de coartar a un Osasuna que no encontró más camino que la banda de De las Cuevas, y genialidad en los momentos en que había que decidir. En el descanso, apostó por restar algo de método al equipo en pos de la revolución que siempre supone la entrada de Wakaso. El ghanés dio a Héctor Moreno la asistencia del primer tanto y sentenció con un golazo en el 90’. La salvación perica es tan real como el cierto comezón que se le presenta a Osasuna, cinco puntos por encima del descenso y que encadena tres derrotas en El Sadar. Que esta vez fue el Reyno de Aguirre y Wakaso.

Si algo no se le puede reprochar al Espanyol, al menos desde que arribó Aguirre, es disciplina. Esa ha sido la fórmula del éxito, de la remontada hacia la permanencia, una severidad defensiva que por sí sola garantiza puntos si además se le añade el talento de Sergio García arriba o la efectividad, a secas, como la de ayer en una acción a balón parado. La estrategia, no en vano, es el otro gran cambio de los pericos entre Pochettino y Aguirre: ha pasado de ser el mayor de los peligros a un arma letal a favor.

El caso es que esa disciplina, ese estajanovismo blanquiazul, fue llevado al límite en El Sadar. En el orden, la casi perfecta colocación, la presión al rival y el juego directo —en detrimento, eso sí, del estilo combinativo de Verdú—. Cada mandato se cumple a la perfección, como el de la intensidad. Aguirre, conocedor como pocos de El Sadar, les inculcó la obligación de imprimir el máximo ritmo posible de inicio. Y así sucedió durante la primera media hora, en que Sergio García obligó a Andrés primero a realizar uno de los paradones de la jornada, ya en el 3’, y luego a salir cual stopper para impedir que el del Bon Pastor se plantase de nuevo solo ante el peligro. El mejor tramo ofensivo del Espanyol culminó con una galopada de Javi López por la derecha, banda en la que Oier ejercía esta vez de lateral izquierda, y Stuani no acertaba a entenderse con Sergio en el remate.

Pero Osasuna despertó justo en la acción siguiente, otro contragolpe, que pudo determinar el destino del partido. Sola, pichichi rojillo, perdonó a puerta vacía, con Casilla ya batido, al rematar fuera un centro al segundo palo de De las Cuevas, el mejor de su equipo. Era el 31’ y Osasuna no se lo creyó en demasía, de modo que la primera mitad fue muriendo, mustia, salvo en esas acciones veloces. Era como un partido de fútbol, pero americano, con más centers sirviendo balones largos que receptores, con más tackles bloqueando el juego rival que quarterbacks creando acciones propias.

Y así, como en un intento de avanzar yardas, llegó el 0-1, a poco de la reanudación. Wakaso, que había entrado por Simao para reavivar el encuentro, sirvió un córner abierto desde la izquierda para que Héctor Moreno, entrando desde atrás, cabecease en el primer palo. Silva desvió levemente el esférico y nada pudo hacer Andrés. El propio Silva escenificó cuatro minutos después la reacción rojilla, con un intento desde lejos que atajó Casilla. Se le multiplicó la faena al guardameta perico en un potente tiro cruzado de De las Cuevas, que también rechazó, y hubo momentos de incertidumbre en un gol de Nino anulado por fuera de juego. Aunque Osasuna trató de empatar y se lanzó al ataque, fue de un modo timorato y sin demasiada convicción.

Un situación perfecta para los pericos, que no olvidaron en ningún momento su disciplina atrás y que, como todo equipo con el marcador favorable, probaron suerte al contraataque. Así, justo cuando se cumplía el tiempo reglamentario, llegó un pase al espacio de Petrov para que Wakaso recortase a Andrés y casi sin ángulo estableciese el 2-0, con un tiro potente, preciso y espectacular. Un golazo y se acabó.