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RAYO VALLECANO 3-BETIS 0

Licencia para soñar en Vallecas

Excelente imagen del Rayo, que superó de principio a fin a un Betis justo de fuelle. Piti de penalti, Delibasic y José Carlos marcaron los goles de un Rayo siempre superior.

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Excelente partido del Rayo, que acaricia la salvación y se permite soñar con cotas mayores.
Excelente partido del Rayo, que acaricia la salvación y se permite soñar con cotas mayores.DANI POZOAFP

En fútbol, como en casi todos los órdenes de la vida, existen las casualidades y la fortuna hace sus pinitos con la pelota. Pasa en jugadas, en partidos completos, en meses en los que todo sale en verso o que nacen torcidos. La suerte y sus circunstancias, las monedas al aire, explican muchas cosas, o al menos sirven de coartada, pero no se extienden durante veintiún partidos. En cinco meses de campeonato, en casi 2000 minutos de fútbol, el equipo que roza la zona Champions y suma 34 puntos, con la salvación camino del bolsillo, es un buen equipo: un gran equipo de fútbol.

El Rayo lo es. Entre otras cosas porque todavía no se ha dado por aludido y porque en vez de hacer caso a la realidad que todos le sugerían se ha construido una propia. Una en la que gana partidos, suma puntos y de paso se divierte. Y divierte. No se ha dado por aludido: comenzó la temporada con un millón de coartadas para jugar al escondite. En lugar de eso eligió jugar al fútbol. Muchos vaticinaron que jugar como un grande con mimbres de pequeño era un suicidio. El Rayo no escuchó ni siquiera cuando por las costuras defensivas se le colaron algunas goleadas incómodas. El Rayo decidió jugar como un grande. O más bien como un grupo blindado con una idea común y un objetivo entre ceja y ceja. Como un grande, en definitiva.

En ese proceso el Rayo escarba su nicho en Primera, del que parece difícil que le muevan de aquí a final de temporada, y se solidifica como un equipo dulce en todas las líneas, cada vez menos ruleta rusa. De las buenas noticias y el trabajo ha nacido un equilibrio con el que el equipo de Paco Jémez, marca registrada, aplanó a un Betis al que el calendario y la Copa le tienen con la lengua fuera pero otro equipo que se ríe de las excusas y coartadas: 35 puntos. Y 34 el Rayo. Ambos al acecho de Europa con el fútbol como apuesta. Un excelente síntoma para la Liga. Aunque esta vez las batallas, la de las sensaciones y la de los puntos, fueron para un Rayo exultante.

Sin Leo Baptistao, una baja crucial, el Rayo funcionó en versión sinfonía. Manejó el partido de principio a final con solidez e inteligencia. Aceleró cuando fue necesario, contemporizó, combinó, atacó y defendió. Alternó toque y profundidad, dominio y contragolpe y estuvo efectivo atrás en un buen partido de Gálvez. Rubén paró las que le llegaron y los laterales acumularon kilómetros y méritos. Bien Tito y muy bien Casado, que puso un centro templado y perfecto que valió el 2-0 en un buen remate de Delibasic. Todo fue fútbol: Chori habilitó a Casado con un taconazo, éste puso un centro perfecto y Delibasic lo remató con todo. Así reventó el partido el Rayo con poco menos de media hora por jugar. Después José Carlos, canterano del Sevilla, convirtió la victoria en goleada. Mucho antes, en el arranque, Piti convirtió un penalti escandaloso: Adrián arrolló a Delibasic.

Paco Jémez ordenó a su equipo con Chori de enganche y Piti de verso libre, con Trashorras y Javi Fuego absorbiendo a Beñat y Cañas y Lass abriendo el campo. Un equipo perfectamente dispuesto que presionó arriba, adelantó la defensa y combinó con criterio para avisar al Betis desde el pitido inicial. Con ventaja supo siempre qué hacer y rozó la sentencia: un disparo a la escuadra de Trashorras, un fallo de Lass con el estoque, una combinación en el área que Chori no embocó… Como no hubo fallos atrás y el tono físico resistió, fue cuestión de tiempo y así llegaron los dos goles que noquearon a un Betis esta vez ramplón, el Betis de ese Mel que siempre que juega en Vallecas juega en casa.

Al Betis le pesa la acumulación de jornadas y la escaramuza en Copa, finiquitada ante el Atlético. No jugó cómodo porque Beñat no sacó la brújula y el Rayo le construyó muros entre sus líneas hasta aislar arriba a Molina, Sevilla y Rubén Castro. Fue un Betis de tirones individuales, acciones aisladas, sin flujo de juego y sin espacios en cuanto se vio con el marcador en contra. Un Betis que no enseñó en Vallecas las armas de su enorme temporada como sí hizo un Rayo con el que ya no hay que frotarse los ojos. Juega así porque es un muy buen equipo. Está donde está porque está siendo mejor que los que le siguen. En 21 jornadas no hay casualidades. Sólo trabajo y las mejores intenciones. Y eso vale 34 puntos y, cómo no, licencia para soñar.