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Sevilla

Navidad de reflexión en un Sevilla que no tiene rumbo fijo

El parón navideño va a suponer un paréntesis de alivio en la trayectoria del Sevilla, sumido en una grave crisis deportiva, social y económica. Míchel ya está en la diana.

Actualizado a
Del Nido aguantará en el cargo a Míchel y le dará un último voto de confianza.

El parón navideño parece que va a ser el único que le ponga freno, momentáneamente, a la caída en picado que está padeciendo el Sevilla. La crisis, que hace tiempo que dejó de ser sólo deportiva, amenaza de forma muy cruel al equipo nervionense, acostumbrado en este siglo XXI a codearse con la élite tal y como hiciera a mediados del XX. Precisamente por eso, la Navidad que comenzará el martes supondrá para la parte noble del Sánchez Pizjuán un periodo de reflexión tan necesitado como urgente. Es el tiempo en el que Del Nido, como presidente, y Monchi, como consejero y director deportivo, deberán decidir un plan de actuación para 2013.

Porque si algo tienen claro los que mandan en el Sevilla es que algo tienen que hacer. Míchel va a empezar el año como entrenador del Sevilla. Pese a la racha del equipo (8 de 33 en la Liga), Del Nido y Monchi están dispuestos a darle la última oportunidad al madrileño con la entrada del nuevo año y el carrusel de partidos que habrá en enero, empezando por un Sevilla-Osasuna en la noche de los Reyes que será una auténtica final. La cuesta abajo iniciada hace tres años y los éxitos que durante un lustro elevaron a los altares del sevillismo a Del Nido y Monchi convierten en difícil cualquier tipo de decisión para éstos, máxime si uno se atiene a las cuentas del club.

Una vida. La crisis deportiva ha llevado a Míchel hasta el centro de la diana. Hasta ahora había quedado en un segundo plano, gracias en parte a otra gran crisis que asola a la entidad, la económica. Pero la derrota en Anoeta ha dinamitado su crédito. El 5 de enero empezará a jugar finales. Sus números en el Sevilla (34 partidos: 12 victorias, siete empates y 15 derrotas) ayudan a entender el mal momento blanco, pero no lo explican, ni mucho menos, en su totalidad.