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Barcelona 0 - Benfica 0

El silencio del Camp Nou

Partido cochambroso para cerrar la primera fase de la Champions. Pinto evita con sus paradas la clasificación del Benfica. Leo Messi fue suplente y se retiró lesionado.

Actualizado a
Villa no pudo batir a Artur
Villa no pudo batir a ArturFERNANDO ZUERASDIARIO AS

Es difícil explicar el partido de ayer en el Camp Nou dejando a un lado la lesión de Messi. El silencio que generó su lesión y su posterior salida en camilla del campo con las manos en la cara resumen perfectamente un partido infame. De esos en los que no acompaña nada. Hacía un frío de perros; el Camp Nou registró su peor entrada de la temporada; el Benfica dejó pasar la oportunidad de ganar en el Camp Nou y pasar a los octavos de la Champions a pesar de jugar contra medio Barça B. En resumen, fue un partido cochambroso del que nadie pudo salir contento.

Para tratar de desactivar el espíritu de celebración que envolvía el partido en torno al telegrafiado récord de Messi, Vilanova decidió dejar al argentino de entrada en el banquillo y así probar con Villa como delantero centro puro. El problema está en que jugar como delantero centro clásico sin tener al lado a Iniesta, Xavi, Busquets, Pedro e incluso Piqué es una tarea complicadísima.

Y más, si delante tienes a un equipo como el Benfica, que se jugaba la clasificación a pesar de sus bajas. Los portugueses salieron a intentar decidir el partido desde el inicio y lograron lo que muy pocos equipos consiguen en el Camp Nou. Cercar al Barcelona en su campo y alejar la pelota de su portería. Hasta ocho córners en 35 minutos sacaron los portugueses, que desperdiciaron ocasiones clarísimas de gol ante Pinto. El portero suplente del Barcelona, con su aire desastrado en las salidas, completó una gran actuación y salvó dos tantos ante Lima y Ola John. Rodrigo, que tuvo la más clara del partido y quien sabe si de su vida, se bastó solito para hundirse y tirar la pelota fuera.

 Inofensivo. Lo que más llamaba la atención del Barça era su poca capacidad ofensiva. Cierto es que Adriano cumplía como central, que Thiago guardaba la pelota con criterio y que Rafinha dejaba entrever su enorme calidad. Pero era como un entrenamiento en el que no se podía chutar a puerta. Artur, el nuevo hombre del saco para los barcelonistas, apenas pasó por momentos de apuro más allá de un ‘churrirremate’ de Rafinha que Garay sacó sin muchos apuros bajo palos. Villa era un náufrago. El partido era el tiempo que pasaba mientras se esperaba la aparición de Messi, cuyo nombre fue coreado en el minuto 45 de partido.

En la segunda parte, puede que por culpa del desgaste de los lusos, el Benfica bajó revoluciones y el Barça pudo combinar más. Aún así, las mejores aproximaciones fueron del Benfica. Pero por suerte para el Barça, la cosa seguía igual. Es decir, los delanteros portugueses estaban horribles y Pinto cumplía con creces bajo los palos.

La entrada de Messi disgustó a los del Benfica, que empezaron a rascar tobillos. Eso provocó un par de faltas que el argentino no acertó a embocar. La entrada de Deulofeu tampoco cambió nada. Pero lo más sorprendente de todo es que el gol del Celtic en Glasgow, que dejaba fuera a los lisboetas tampoco produjo una notable reacción en el campo. Un partido pestiño en toda regla. De esos en los que no hay nada que contar. Hasta que cayó Messi y entonces se hizo el silencio.