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Betis 3 - Valladolid 0

Vadillo marca la diferencia

13 meses después, el canterano regresó y le dio el pase al Betis. El Valladolid apenas pudo defenderse. Las Palmas, rival verdiblanco en octavos de final.

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FELICIDAD VERDIBLANCA. Amaya es felicitado por sus compañeros después de hacer, de cabeza, el gol que pondría al Betis en la senda del pase a octavos.
FELICIDAD VERDIBLANCA. Amaya es felicitado por sus compañeros después de hacer, de cabeza, el gol que pondría al Betis en la senda del pase a octavos.

Álvaro Vadillo, canterano bético, volvió a jugar con el primer equipo 13 meses después y no pudo tener regreso más feliz que convertirse en el protagonista del pase del Betis a octavos, eliminatoria que disputará ante Las Palmas. Las arrancadas de Vadillo por la izquierda culminaron la remontada de los de Pepe Mel ante un Valladolid que apenas intentó pero no supo mantener el 1-0 de la ida, tal vez porque Djukic no pareció tener demasiado interés. El serbio, al igual que en Pucela, dispuso un equipo cargado de caras no habituales y se dejó en casa, entre tocados y necesitados de descanso, a sus tres futbolistas más desequilibrantes, Manucho, Ebert y sobre todo, Óscar. La corta plantilla (apenas 19 futbolistas profesionales) de que disponen en Zorrilla podía sufrir un largo invierno si seguían avanzando en un torneo que tiene programados muchos partidos durante las próximas semanas, combinados que habrían estado además con un calendario (Madrid y Barcelona incluidos) de miedo para el conjunto blanquivioleta.

Djukic lo fió, por tanto, a la motivación de un puñado de canteranos como Rubén Peña y Lolo, a futbolistas con menos minutos como Bueno y Javi Guerra... Y a ese portero, Jaime, al que precisamente un encuentro contra el Betis había condenado a la suplencia liguera. El meta no le reservará demasiado aprecio a los verdiblancos: ayer le hicieron tres.

Mientras los pucelanos especulaban, Mel se lanzaba al ataque con una apuesta heterodoxa, entre la valentía de jugar con cinco futbolistas de perfil atacante (Campbell, Agra, Nosa y los dos delanteros, Castro y Molina) y el guardarse en la manga del banquillo a su mejor As, Beñat, a la espera de un final apretado y/o una prórroga que a la postre no se dio.

Campbell y Agra. La ausencia del mediocentro vasco provocó en el Betis una falta de fluidez que los verdiblancos intentaron suplir con derroche físico por las alas. A destacar, en la izquierda, al costarricense Joel Campbell, que le dio el primer tiempo a sus pares pucelanos pero al que le costó precisar sus centros, igual que Salvador Agra, incapaz asimismo de desbordar. El portugués, eso sí, le pone muchísima sangre y ayer además hay que apuntarle el córner que puso al Betis con ventaja en el marcador. La cabeceó a gol (1-0, 26') Amaya, un central que tras salirse ante el Madrid volvió anoche a convertirse en uno de los mejores de su equipo. Tanto en defensa como en ataque.

El Valladolid intentó luego marcharse arriba. Con poco lujo, es verdad. Sigue peleado con el gol e incluso con el área Javi Guerra, y no tenía esta vez su día Alberto Bueno. Tampoco apareció Neira, recién entrado de una lesión. Casto abortó con dificultades una acción de Rubén Peña y algún saque de esquina asustó a la parroquia local, pero sería el Betis el equipo al que le quedaba la jugada más peligrosa del primer acto. Molina mandó el balón a gol pero Álvarez Izquierdo (otra vez él) lo anuló por presunta obstrucción del delantero alcoyano a una falta sacada por el Valladolid. Afortunadamente para el colegiado catalán, que ya esquilmó al Betis ante el Atlético, los aficionados no tuvieron que acordarse de ese tanto.

Con el encuentro igualado y Beñat en el campo (se lesionó Nosa) volvió el encuentro de vestuarios. El Betis nadaba y guardaba la ropa, los apostantes se frotaban las manos con alargar el encuentro 30 minutos más... Pero llegó la revolución en forma de canterano. Vadillo, que se había roto el cruzado en el Bernabéu en octubre de 2012, que no acababa de alcanzar en el filial el nivel que le convirtió en la gran promesa heliopolitana, salía por Agra y apenas un minuto después la grada del Villamarín ya coreaba su nombre. Una combinación con Castro que el canario convirtió en gol y un centro envenenado que Rueda mandó a su red vistieron de seda su vuelta. El Valladolid sólo se acercó con peligro cuando ya perdía 2-0, en un buen disparo de Omar que desvió Casto.