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SEVILLA 5-BETIS 1

Una manita para la historia

Reyes marcó dos goles y dio otro. Adrián condenó al Betis a los 12 segundos. Fazio, otro bigoleador. Horribles los de Pepe Mel. Míchel, gran triunfador

Actualizado a
BIGOLEADOR. Fazio celebra el segundo gol del Sevilla, el primero en su cuenta particular.

E n 12 segundos, Sevilla se plantó ayer en los años 40. Un 18 de noviembre de 2012 que se convirtió de repente en un 17 de enero de 1943. La última manita sevillista en un derbi. Y todo en 12 segundos mágicos. O trágicos, que dirán los béticos. El tiempo que tardó el Betis en sacar de centro y entregarle a Adrián un balón que hervía, quemaba. El mismo tiempo que tardó Reyes en poner el balón en la escuadra, antes de darle las gracias al meta bético, claro. La vida de Adrián ya nunca será igual después de anoche. La de Reyes también puede dar un giro que ya nadie esperaba. Estrategias, cábalas, intuiciones y presagios. Todo a la basura en 12 segundos. Y un derbi distinto en los 90 siguientes, donde el Betis de Mel fue torturado por errores propios y el hambre de un Sevilla herido. En 1943 fue Berrocal, con tres goles, quien saltó a los altares de Nervión. Ayer regresó a los mismos Reyes, autor del quinto gol más rápido de la historia de la Liga y protagonista de un derbi que puede cambiar su rol en el Sevilla. El héroe que regresa a la primera línea de batalla cuando el destino acecha implacable.

El KO fue realidad muy poco tiempo después. A los cinco minutos, Fazio dejó claro que no era un derbi cualquiera. Su cabeza puso un 2-0 que hizo llorar a los miles de béticos que soñaban con otra noche grande en la casa del enemigo más íntimo. Faltaba lo peor. O lo mejor, visto desde la acera local. Las gradas de Nervión vibraban como en aquella noche de 2003 en la que el Sevilla de Caparrós (y Reyes) destrozaba al Real Madrid de Beckham, Ronaldo y Zidane. Y tanto vibraron que antes del descanso el marcador era el mismo que el de hace nueve años: 4-0. Nelson no quiso ser menos que sus compañeros y regaló el tercero a Reyes a la media hora. Bigoleador en el derbi. Ni en sus mejores sueños había imaginado el utrerano que se reconciliaría así con el sevillismo. El Betis sufría, sabedor de que le quedaba una hora en el infierno. Fazio se picó y, antes del descanso, también de cabeza, abrió en canal al Betis. El cuarto a pase de un tal Reyes, al que le faltó coger un capote y salir a hombros por la puerta número uno del Sánchez Pizjuán.

A partir de hoy.

La tragedia bética era inevitable. Ni el cambio de Pereira por Cañas varió el rumbo que el destino había diseñado. Mel estaba abatido en la banda. Su plan había fracasado como si de la Armada Invencible en aguas inglesas se tratara. Ni el gol del honor (?) de Rubén Castro, en una segunda parte de relleno, levantó al beticismo de la silla. La manita se mascaba, sobre todo a raíz de la roja a Rubén Pérez con media hora aún por delante. El Sevilla ralentizó su velocidad, mezcla de incredulidad y lógica. Pero era consciente de que estaba al borde de dar un golpe encima de la mesa como nadie había soñado. Muchos creyeron que era el día para que Babá pillara cacho. Entre ellos Míchel, que le dio entrada para ver si se integraba en la fiesta y a partir de ahí hacía clic. No sucedió, pero la manita llegó. La firmó Rakitic en el tiempo añadido, con el Betis entregado y suplicando por su vida. Y no es un gol cualquiera. Cinco es muchísimo más que cuatro en fútbol. Y en un derbi es la distancia que existe entre un buen meneo y una manita para la historia.

Una bomba que ayer catapultó a Míchel al cielo. Súper triunfador el técnico sevillista, acosado en la semana previa por las miradas de desesperación del sevillismo. Muy torpe sería el Sevilla si no aprovecha este trampolín. Las secuelas en el Betis pueden ser duras. Mel tiene que hilar fino, tanto como en la sala de prensa del Pizjuán, donde después de ser vapuleado sacó a relucir una caballerosidad a la altura del mejor derbi de España. Un paso más en su interesante carrera de entrenador si consigue borrar de la memoria de sus jugadores la debacle de ayer. Volver a hace dos semanas y empezar de cero. Difícil. Tanto como intentar impedir la resaca sevillista, casi tan dulce como las noches mágicas de no hace mucho. Toca disfrutar y pensar qué quiere ser a partir de ahora, si un equipo ganador o un Sevilla sin alma, embarrado en la mediocridad. Hoy, eso sí, disfrutará de una resaca mucho más duradera que los 12 segundos que ayer tardó en destrozar al Betis.

Ambientazo de lujo en el Pizjuán

El Sánchez Pizjuán recuperó ayer la magia que siempre lo ha caracterizado. Los Biris cesaron en su huelga de animación y entraron al estadio, dando un colorido espectacular al derbi. Los más de mil béticos contribuyeron a ello, aunque la noche no fue la soñada por el beticismo. Cordialidad y respeto.