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Málaga 1 - Real Sociedad 2

El Málaga se desinfla

Vela hizo el 0-1 a los 47 segundos. Saviola marcó su tercer gol en Liga. Grave error de Onyewu en el 1-2 de Xabi Prieto. Síntomas de cansancio en los malacitanos.

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SIN FORTUNA. Weligton remata de cabeza un saque de esquina ante la oposición de varios defensores realistas.
SIN FORTUNA. Weligton remata de cabeza un saque de esquina ante la oposición de varios defensores realistas.

El EuroMálaga se desinfla y encaja su segunda derrota consecutiva, en La Rosaleda, ante una Real Sociedad que no ganaba fuera de Anoeta desde el 14 de enero (0-1 en Mestalla). Los de Pellegrini empiezan a acusar el trajín de jugar tres competiciones y Montanier salva su enésimo match-point. No cabe duda de que este hombre tiene más vidas que un gato.

La Real salió decidida a sorprender y lo hizo en la primera jugada del partido. El uruguayo Ifrán aprovecha un balón por el medio campo local, se marcha con velocidad de Onyewu y centra a la zona caliente donde Carlos Vela, adelantándose a Sergio Sánchez, empalma de primeras y supera a un Willy Caballero que no daba crédito. Sólo habían transcurrido 47 segundos y el cuestionadísimo Phillipe Montanier daba una caladita de oxígeno salvador con el tercer gol liguero de su estrella mexicana.

El Málaga, gélido y a remolque, andaba fuera de guión. Toulalan, corriendo como siempre, trataba de apañar desajustes en retaguardia mientras daba calor a su vanguardia. ¿Problema? Que Rubén Pardo y el sobrio Illarramendi ocupaban un vacío vital. El fútbol es como el ajedrez, quien domina el centro del tablero, controla la partida. El reloj había corrido 30 minutos y el sereno control era txuri-urdin. Y Zubikarai, de veraneante en la Costa del Sol. Lluvia. Espesura. Y la Real, tan feliz.

Hubo que esperar 36 minutos para ver la primera aproximación del Málaga con olor a peligro. Eliseu avisó con un disparo que, tras rebotar en un contrario, se fue a córner. Sacó Joaquín, el balón se dividió porque un par de defensas realistas rebotaron con la musculatura de Onyewu... Control de Saviola quien, en una fracción de segundo, alzó el periscopio y soltó un soberbio derechazo que casi atraviesa la red. Congestión en los planes del paciente Montanier y tercer gol del Conejo que ya suma 65 (ninguno de penalti) en nuestra Liga. Un verdadero animal de área este Saviola.

Justo cuando el Málaga entraba en calor, Undiano Mallenco daba el pitido que mandaba a los dos contendientes a los vestuarios para el reconfortante descanso. La puntuación, un soporífero empate a un gol.

Los de Pellegrini trataron de ponerse las pilas en busca de ser 'ellos mismos' haciendo ademán de embotellar a sus rivales, pero sin la salsa ni brillantez de sus grandes noches en la Champions. El Málaga empieza a notar la saturación de alternar tres competiciones en apretados horarios. Once partidos de Liga, uno de Copa y seis de Champions, seamos sinceros, machacan a cualquiera.

Los enanos le crecieron al Málaga. En una contra de la Real, Xabi Prieto se beneficia de un mal despeje de Onyewu que se convierte en un pase de gol que el fino guipuzcoano no desaprovechó. Hábil juego de cintura para descolocar a Willy Caballero, y los donostiarras nuevamente se adelantaban en el marcador. Casi inmediatamente, Pellegrini reaccionó dando entrada a Santa Cruz para reforzar una delantera carente de pegada y llegada. En vano.

Crepúsculo. El Málaga quedó tocado y casi hundido, sin recursos ni capacidad para revocar el mal final de su película. José Ángel en el minuto 82 estrelló un voleón en el larguero. Otra muestra de que el peligro era de los vascos. Se mascaba más el 1-3 que el 2-2. Fue llamativo observar cómo la Real jugaba tranquila y sosegada, consciente del agotamiento expresado por un Málaga exprimido y con escaso fondo de armario. Bastante están haciendo sus profesionales con salir adelante pese a los incumplimientos de su propietario. Y lo de Montanier es de sobresaliente. Posiblemente es el entrenador que más veces ha sido nominado para salir de la casa donostiarra. Y siempre emerge. Y La Rosaleda se confirma como un paraíso para los easonenses, que llevan siete años sin perder en este lugar, fetiche para sus urgencias y para escaparse de la zona baja. El Málaga necesita oxigenarse porque está reventado.