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MALLORCA 0-REAL MADRID 5

Un juguete para Higuaín

Volvió a aprovechar la oportunidad: marcó dos goles y dio otros dos. Plácido partido para el Madrid que convirtió en oro tres errores infantiles del Mallorca.

Actualizado a
Un juguete para Higuaín

Es el eterno problema de los modestos. Han caído frente a los grandes tantas veces, y de maneras tan diversas, que tienden a reinventarse como escapatoria a estos envites. Unas veces se meten atrás como nunca lo han hecho antes. Y rezan. Otras buscan a su temido adversario arriba de manera suicida. Y pecan. En alguna ocasión juegan a la contra. Y casi siempre basan sus opciones en el balón parado. Las decisiones suelen ser extremas, sin naturalidad. Jamás existe el término medio. El Mallorca, como horas antes hizo el Rayo, optó por usar como salvavidas unas armas desconocidas que no sabe manejar ante un Madrid sobrado y al galope. Toque y calidad. Algo que tiene justo enfrente por arrobas. Quiso rizar el rizo desde el inicio y cuando se dio cuenta que no era su oficio ya habían volado los puntos a Madrid. Si sorprende la actitud de este equipo es porque lo dirige Caparrós. Con Cristiano e Higuaín enfrente, jugar así es un sacrilegio.

Primero Anderson y luego Fontàs acentuaron las mil virtudes del Madrid en el primer tiempo. El central quiso controlar un balón en la frontal cuando pudo despejar y habilitó a Higuaín de manera decisiva. El argentino fusiló y puso el partido cuesta abajo. El segundo error, del exbarcelonista, fue igual de llamativo. El defensa, ahora reconvertido a guardia de tráfico, perdió un balón en la salida agobiado por la asfixiante y ejemplar presión de Di María. El Madrid utilizó el regalo al borde del área para pasearlo de una costa a otra hasta que Cristiano, en dos toques, llamó pardillo a su rival con una sacudida de derechas. Fontàs pagó por ello con el arresto al descanso. Ni el Mallorca lo estaba haciendo tan mal para cargar con una cruz tan pesada ni el Madrid había necesitado remangarse para encontrar tanto premio.

A partir de ahí: coser, cantar y contraatacar. Seguramente, sin esos fallos, el Madrid también hubiera mandado. Es claramente superior hasta caminando. Su defensa es una roca y su ataque es demoledor. Varane crece sin pausa y de Pepe y Ramos sobresale su regularidad. Essien cumplió, que no es poco tras su sufrimiento en Alemania. Un paso más adelante, Modric se reencontró con sus mejores sensaciones. Y Xabi lo agradece. Ocupó terreno, se manejó a dos toques, se dejó ver y llegó por sorpresa. Buen mediocentro para debatir con Khedira. Gran complemento de Özil. Arriba, sobran las palabras. Di María es el amor propio personificado, Cristiano nunca se sacia e Higuaín no desaprovecha oportunidades para retar a Benzema. Otros dos goles al saco regados con dos asistencias de mago; ambas a Cristiano.

La goleada pudo llegar antes

El Madrid pudo despachar el partido en el descanso. Prefirió esperar. Cristiano estrelló su furia contra Aouate y con su segunda bala, a quemarropa, demostró que es humano y hasta falla. El Mallorca sólo parpadeó con un centrochut de Nsue que se endiabló de manera peligrosa. Lo demás no funcionó. A Giovani le faltaron socios y caballos para tirar paredes y a Hemed, centros desde los costados. En la segunda parte, el Mallorca buscó la fórmula para no salir muy dañado mientras amagaba, por respeto a su hincha, una remontada en la que nunca creyó. El Madrid, por su parte, intentó no acumular más contratiempos y a veces sesteaba. Si apretaba, encontraba petróleo. No logró irse sin más víctimas. Xabi, que se fue tocado, vio la quinta amarilla y, si los comités no levantan la mano, será baja. El lamento fue de inmediato contrarrestado con más goles.

Higuaín hizo el tercero lanzado por Cristiano y tres minutos después ambos cambiaron los papeles. El argentino hizo de catapulta y el portugués de dardo envenenado. Era el cuarto pero se pareció a los primeros. No por su belleza. Que fue mayor e inolvidable. Di María enlazó con Higuaín entre líneas y este metió un balón al espacio sin mirar. Cristiano lo agradeció. El tanto recuerda al inicio por la facilidad con la que el Mallorca hincó la rodilla. Esta vez, para agotar el repertorio, entre Ximo y Arizmendi hicieron otra 'broma' en un saque de banda propio. El tuya-mía acabó en contra. Y eso en el Madrid es sinónimo de gol. Callejón volvió a dejarlo claro en el descuento a puerta vacía tras otra llegada sensacional delaborada entre Morata y Özil. Es el 'modus operandi' con el que va a la caza del Barça igualando sus manitas y es la misma forma de proceder que tantas y tantas veces le ha enseñado ya al Mallorca.