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Supercopa | Real Madrid 2 - Barcelona 1

Un Madrid súper grande

El Barça fue arrollado media hora con goles de Higuaín y Cristiano. Messi marcó de falta. Adriano, roja en el 27'. Valdés y Casillas, brillantes.

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<b>COLECCIONISTA DE TÍTULOS. </b>Casillas levantó su título número 17. Tras la Copa del Rey y la Liga, la Supercopa es el tercer trofeo que eleva Iker como capitán del Madrid.
COLECCIONISTA DE TÍTULOS. Casillas levantó su título número 17. Tras la Copa del Rey y la Liga, la Supercopa es el tercer trofeo que eleva Iker como capitán del Madrid.

El Real Madrid es supercampeón de España. Y lo es con merecimiento, por compostura, arrojo y calidad. Porque borró del mapa al Barça en casi media hora de exhibición y después supo aguantar con entereza la embestida del miura azulgrana. Y también porque Mourinho le dio un repaso a Tito Vilanova, trazando el partido con coherencia, desde la alineación inicial a los cambios. Es verdad que la expulsión de Adriano en el 27' dejó a su equipo recortado de energía, pero se fue a la ducha justamente y no cabe lamento.

El Madrid se desmelenó en veinte minutos de furia, espoleado por el recuerdo de los palos recibidos (de la crítica y de su entrenador) por la desidia de Getafe. Fueron veinte minutos de un Madrid de verdad. Veinte minutos de un huracán blanco que desarboló a un Barça aturdido. Tan atónito que permitió a Higuaín encarar por dos veces a Valdés mano a mano. En la segunda de ellas, el Pipa no perdonó. Y tan desordenado siguió el equipo de Tito que sólo ocho minutos después Cristiano burló a Piqué con la espuela del siglo, recibiendo otro balón largo para marcar el segundo y conquistar otra vez a la grada. El portugués gritó "aquí estoy yo", enamorando de nuevo con sus excepcionales recursos.

Las jugadas de ataque del Madrid se sucedían con tal facilidad que el Barça no parecía el Barça. Xavi no veía el balón, tampoco Iniesta, Messi se topaba con dos barreras defensivas gigantes. La desesperación azulgrana cundió en tal grado que aquello perfilaba una goleada histórica. Más aún cuando Adriano vio la roja por agarrar a Cristiano cuando enfilaba hacia Valdés. Contra diez, el Madrid estaba en condiciones de hacer sangre. Pepe marcó el tercero, pero con 'faltita' previa que Mateu Lahoz no dejó pasar.

Vergüenza. El Barça necesitó casi cuarenta minutos para reparar en que estaba jugando la final de la Supercopa. Por vergüenza torera empezó a estirarse, elaborando con timidez, pero sofocando el incendio de alguna manera para evitar una humillación. Asomaron Xavi, Iniesta, Messi y sobre todo Valdés, que esta vez enmendó con auténticos paradones su error en la ida. Y la luz le llegó al argentino en el minuto anterior al descanso, cuando lanzó de forma maravillosa una falta directa que Casillas no alcanzó ni con muelles. Por si este partido valía para la elección a Balón de Oro, la Pulga no quiso pasar sin dejar huella.

El 2-1 encogió temporalmente al Madrid. Replegó velas y dejó el balón al Barça, poniéndose en riesgo. Pedrito por dos veces se plantó ante Casillas y el guardameta adivinó las intenciones del delantero. El partido entró en una dinámica fastuosa, en un duelo de dos colosos. Los de Tito tocando y tocando; los de Mou en estado de ebullición, sin despistes. Pepe y Ramos se plantaron, como Marcelo y como Khedira. Xabi Alonso tiró de jerarquía y aún dio otro gol cantado a Higuaín, que disparó al poste, para desesperación del Bernabéu.

Tito puso en la arena a Song y Mou a Modric, que gustó en las tres cositas que hizo. El Barça guardaba una bala de plata a tiro de Messi, en el último minuto, pero esta Supercopa ya tenía dueño.