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CUARTOS | Alemania 4 - Grecia 2

Löw exhibe el tiqui-taquen

Alemania superó a la hosca Grecia con sus jugones; Özil, otra vez brillante.

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Löw exhibe el tiqui-taquen

Alemania decidió rodear a Grecia en vez de saltarla. Y lo hizo exhibiendo el tiqui-taquen de sus jugones. Los helenos resucitaron seis minutos, luego fueron asolados.

 El partido comenzó con sorpresa. Confirmada la empalizada griega, Joachim Löw dejó en el banquillo a la Panzer Divisionen (Müller, Podolski y Gómez) eligiendo para esta misión a la Unidad de Zapadores: Reus, Schürrle y Klose. Futbolistas más evasivos que rotundos, más latinos que teutones. Schürrle se justificó al inicio rebañando un rechace en fuera de juego. El primer cuarto de hora evidenció la jerarquía de Khedira, el protagonismo de Özil y la aspereza de Samaras. Las musas alemanas aparecieron a mitad de la primera parte. La tuvo Özil en una jugada digna de La Masía y la acarició Reus con un par de disparos. Temblaban los cimientos defensivos de Grecia mientras en ataque apenas se asomó Salpingidis. Con Grecia aculada en tablas, las ocasiones de Alemania llegaban como las olas, de tres en tres. Grecia inyectaba morfina a la pelota y probaba a Neuer desde lejos.

Numantino. Pasaban los minutos con Özil frotando la lámpara sin éxito. Khedira prologó el gol con un disparo lejano que desnudó la inseguridad de Sifakis. Minutos después el brasileño Lahm, diestro acomodado por necesidad de guión en la izquierda, recortó hacia dentro saliendo por su perfil bueno. Desde 25 metros le pegó con el empeine y el balón se abrió a la izquierda del desafortunado meta heleno entrando como un obús. El diminuto Lahm tumbaba la muralla griega. Partido nuevo. Grecia obligada a atacar con un once numantino. Y en Alemania los meritorios a lo suyo. Schürrle y Reus cuestionando la titularidad de Müller y Podolski a base de diagonales y ocasiones. De Klose no había noticias al descanso.

Santos dejó en la ducha al Principito Ninis y al correoso Tzavellas entrando el afilado Gekas y Fotakis. Salían de la cueva más por deber que por placer. Y lo hacían con más ocurrencias que ideas. Y en la primera contra bien enlazada Salpingidis la puso por delante de la defensa alemana y Samaras empató. Partido nuevo. O viejo. Grecia a la cueva. Ahora sí se disparaba la prima de riesgo alemana. Pero la alegría griega duró seis minutos. Lo que tardó en aparecer Khedira, en versión centrocampista llegador, en el espacio libre en el área helena. A lo Poyet, a lo Lampard. Volea y gol. Resoplaba Löw y calentaba la Panzer Divisionen. El gol de Khedira abrió otra oleada que trajo el tercero, de Klose tras error de Sifakis, y el cuarto, de Reus. Un penalti de Boateng, talón de Aquiles teutón. cerró el 4-2.

Grecia no murió aplastada, lo hizo desorientada ante los jugones de Löw. Alemania sabe a lo que juega.