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GRUPO C | ITALIA 1 - CROACIA 1

El ADN defensivo de Italia le traiciona y Mandzukic castiga

La Nazionale jugó una primera parte excelente con golazo de Pirlo, pero dio un paso atrás, se dejó empatar, acabó agotada y exigida por Croacia y abre el grupo.

Actualizado a
Mandzukic celebra el gol del empate croata.
Mandzukic celebra el gol del empate croata.DIMITAR DILKOFFAFP

Preso de su pasión histórica por el 1-0, Italia se metió en la jaula en Poznan para conservar un precioso gol de autor de Pirlo hasta consentir un empate de Croacia que emborronó una excelente primera parte de la Nazionale y que abre el grupo. El empate dejó en mal lugar a Prandelli, que prometió no renunciar a sus ideales ofensivos cuando fue nombrado seleccionador y aterrizó en Coverciano.

Después de un partido y medio fiel al plan, no pudo evitar el paso atrás de Italia, la Italia de toda la vida. La orgullosa Croacia, que convierte estos eventos deportivos en manifestaciones de exaltación patrióticas, mereció el premio por su pasión y su fe. Y hasta pudo sentirse algo decepcionada con el resultado por el desarrollo del tramo final del partido, con Italia pidiendo oxígeno por las esquinas, mientras los croatas se encendían después del gol de Mandzukic. Un gol le hubiera clasificado matemáticamente. Ahora tendrá que esperar agazapada a España en busca de otra gesta que haría explotar las calles de Zagreb. Italia, dos partidos y dos empates como tantas otras veces en grandes torneos, confía en la presunta debilidad de la Irlanda del fratello Trapattoni para cerrar la clasificación en la última jornada.

En la primera parte, Italia llegó a Pletikosa casi cuando quiso. Balotelli, activo y peligroso, disparó en tres ocasiones. Marchisio en otras dos y Cassano también rozaron el 1-0. El despliegue de la Nazionale desarboló a Croacia, que intentó mantener sus señas de identidad pero fue manifiestamente inferior en el intercambio de golpes. A excepción de las llegadas de sus laterales a la espalda de los carrileros (los centros de Strinic y Srna fueron lo mejor de los croatas en la primera parte), Croacia no encontró la magia de Modric, un excelente futbolista que, sin embargo, tiene más fama que presencia en las grandes citas por más que no le falte voluntad. El desequilibrio lo puso Pirlo, futbolista de esmoquin que evitó la barrera con un golpeo preciso y sutil. Un gol de autor, el 1-0, que sólo podía llevar su firma y que parecía escribir la historia definitiva del partido.

Croacia, que abrazó su independencia a principios de los noventa al tiempo que florecía esa generación de estupendos jugadores (Suker, Boban, Jarni, Vlaovic) que le permitieron presumir de bandera en el Mundial de Francia, creyó haber encontrado en Modric ese líder que le devolviese al primer plano mundial. El Cruyff dálmata, le bautizaron. El peso de esa historia es duro para Modric, que incluso así tuvo un arreón en los primeros minutos de la segunda parte, con dos disparos que pusieron alerta a Buffon, eterno capitán que cerró los ojos mientras escuchaba el himno. A Italia, que había jugado una primera parte perfecta y fresca, sin ataduras, le volvió a traicionar el subconsciente, su inevitable tendencia a histórica a mantener el tesoro del 1-0. Dar un paso atrás significó, además, perder el control del partido. El visceral Bilic tocó a su equipo hasta que dio con la tecla. Mandó al centro a Rakitic a ayudar a Modric, introdujo a Pranjic y mandó los delanteros a la guerra hasta que Mandzukic cazó un centro en el área y lo empotró en la portería de Buffon con violencia tipo Mario Gómez. Un premio merecido a la ambición croata, un castigo inesperado para Prandelli. A pesar de los cambios, que pretendieron oxígeno en Montolivo, desequilibrio en Giovinco y gol en Di Natale, Italia se desinfló de manera preocupante en los últimos minutos y terminó pidiendo la hora. El 1-1 le supo casi tan a gloria como el 1-0. La Nazionale es así, admirablemente incorregible.