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GRUPO D | LA OTRA CARA DE UCRANIA

La Eurocopa agranda las desigualdades en Ucrania

Estadios opulentos frente a la falta de recursos y medios. El Dombass Arena es un oasis de lujo en el desierto que es Donetsk lejos de los puntos turísticos.

Actualizado a
La Eurocopa agranda las desigualdades en uno de los países organizadores.
Aritz Gabilondo

No hay corriente eléctrica ni luz en el ambulatorio de atención primaria número 9 de Donetsk. Los niños esperan en penumbra junto a sus padres aprovechando los fuertes rayos de sol que entran desde la ventana. Una enfermera explica que ha habido “un problema” y pasa con su carpeta hacia las habitaciones. Permite ver una de ellas como quien no tiene nada que esconder. Se atisba una camilla y un rudimentario peso para bebés entre mobiliario antiquísimo, muy deteriorado, probablemente sin renovar desde hace décadas.

Ucrania y la Euro según los datos

9.000 millones de euros es lo que ha invertido Ucrania para poder albergar esta Eurocopa. Polonia lo ha hecho en el doble (16.135). Del coste ucraniano, sólo alrededor de 3.000 han ido a parar a mejoras o construcción de estadios. 45.888.000 habitantes tiene Ucrania, según datos censales de 2010. Su renta per cápita es de 5.784 euros anuales. Sus datos de paro son los más bajos de toda Europa, sólo el 1,9%, por el 9,9 de media en la Unión Europea. Un millón de visitantes extranjeros se calcula que puedan pisar Ucrania durante estos días de Eurocopa. Cada uno tiene un gasto estimado de 150 euros por persona. Estos números se triplican al hablar de Polonia. El 32% de la población se declaró en contra de celebrar de la Eurocopa en su país unas semanas antes de que comenzara el torneo. La mitad está a favor y el resto se muestra completamente indiferente.

Es la imagen de la otra Ucrania. La que no sale por televisión. La que asiste indiferente a la invasión de aficionados y, sobre todo periodistas, desde el extranjero. Esa que choca frontalmente con la que el comité organizador y la UEFA transmiten a través de fastuosos estadios y Fan Fest con bebidas a precio occidental.

No todo reluce con la misma fuerza que los colores de la cubierta del Dombass Arena en la cálida noche ucraniana. No. Es más, los estadios de cinco estrellas, según la propia categoría UEFA, son un chispazo inesperado en el panorama habitual de Ucrania, país que va desperezándose con más lentitud de la que requeriría del influjo que el comunismo dejó en su anterior época soviética.

Perros callejeros. Pasear por el sur del barrio Leninskyi, aún en Donetsk, es el mejor ejemplo. Además del desgastado hospital infantil hay edificios abandonados y caminos de tierra por los que vagan sin rumbo los perros callejeros, otro de los problemas principales de este país. Algunas asociaciones a favor de los animales han denunciado una limpieza masiva antes del torneo por parte de las autoridades, pero aún son miles los que malviven desnutridos y enfermos. Por la noche se multiplican y muchas veces mueren atropellados.

Tampoco ofrecen una mejor imagen las infraestructuras y los hoteles. Alojarse en la mayoría de ellos requiere un esfuerzo por retroceder varias décadas en el tiempo. Este fue el principal obstáculo que la UEFA vio en conceder la Eurocopa a Ucrania y razones tenía. Quizá por ello sólo hubo 300 hinchas franceses en el debut ante Inglaterra. Menos que nunca. Igual de deterioradas están las carreteras. Los 315 kilómetros que separan Donetsk de Kharkiv se recorren en más de cinco horas y implican atravesar tramos sin asfaltar como en Horlivka. Ucrania es mucho más que el lujo y la opulencia que desprenden sus estadios. La Eurocopa engloba a todo un país. Un país demasiado marcado por las desigualdades.