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GRANADA 1 - REAL MADRID 2 | LIGA BBVA

El Real Madrid mete en un lío al Granada

Un autogol de Cortés en el descuento dio el triunfo a un Madrid que empezó perdiendo. Marcó Cristiano de penalti, pero tiene casi imposible alcanzar los 50 de Messi.

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El Real Madrid mete en un lío al Granada

El Granada disfrutó de la vida durante 80 minutos y comenzó a sufrirla en los diez últimos, en los que se fue abajo todo lo levantado hasta entonces, hasta el punto de que llegará a la última jornada jugándose la vida contra el Rayo. Se ha metido en un gran lío con esta derrota ante un Real Madrid que apenas brilló y terminó sumando una victoria exagerada y que le pone a las puertas de otro dato histórico: si vence al Mallorca terminará la Liga sumando 100 puntos.

Llegó el Granada a ese borde del propicio de forma inesperada, cuando hace unos días parecía tener asegurada la permanencia y de la forma más cruel, con un tanto en propia puerta en el tiempo añadido. Ese gol de Cortés robó todo el protagonismo a la buena imagen ofrecida durante toda la noche por el Granada, que protestó de forma exagerada el penalti que permitió empatar a Cristiano. Esa acción alteró el pulso a los locales y dio impulso al campeón de Liga para buscar un triunfo que siempre pareció lejano.

El Madrid fue recibido con un pasillo del Granada y quiso agradecer el gesto paseándose durante toda la primera parte ante la afición rival. Incapaz de llevar la iniciativa, muy endeble en defensa y sin apenas aparecer en defensa, el Madrid protagonizó un naufragio total, del que no se salvó nadie y que se llevó por delante a dos hombres en particular, Carvalho y Kaká. Y delante, un equipo serio, ordenado, con las ideas muy claras y la ambición de quien se juega la vida.

Andaba todavía el Madrid recordando los festejos de la celebración del título cuando el Granada lo que empezó a celebrar fue el gol de Jara. Le robó el balón a Marcelo en el centro del campo y se fue directo hacia Adán, al que batió bajo las piernas después de que Carvalho se cayera de mala manera al paso del jugador del Granada. No se conformaron los locales con ese gol y si no celebraron el segundo fue porque entre Adán y Marcelo desviaron el doble remate de Ighalo.

Ante la voracidad del Granada el Madrid no tuvo más respuesta que alguna aparición aislada de Cristiano, que metido en esa carrera goleadora que mantiene con Messi buscó el gol con un interés que no puso nadie más a su alrededor. Le falló el acompañamiento y si el destrozo no fue más serio fue gracias a las manos de Adán, que poco antes del descanso desvió un buen disparo de Dani Benítez.

Tan poco le gustó el panorama a Mourinho que apenas comenzado el segundo tiempo retiró a los insustanciales Kaká y Sahin para dar entrada a Xabi Alonso e Higuaín. Con el movimiento, al partido se le dibujó otra cara. Comenzó a tener más presencia el Madrid, que asumió la iniciativa y pasó a vivir más tiempo en el campo rival que en el propio. Contribuyó a ello también el Granada, más prudente, que se protegió cerca de Julio César, excesivamente cerca, y comenzó a espaciar sus ataques, convertidos ahora en la búsqueda de una contra que les solucionara el partido y la permanencia.

Avisó Benzema, probó fortuna desde lejos Xabi Alonso, se vio más inquieto y activo todavía a Cristiano y la entrada de Callejón por el ausente Di María contribuyó a alborotar de forma definitiva el choque. Aunque nada alteró más el ánimo del Granada que el penalti señalado por Clos Gómez por derribo de Moisés a Cristiano. Pareció claro después de ver cómo el jugador del Granada abrazaba al portugués hasta que éste se fue al suelo. No falló esta vez Cristiano y batió a Julio César desde los once metros.

Cuando parecía que tenía la permanencia agarrada con las dos manos, ese penalti desgarró de tal manera al Granada y que la salvación matemática se le escapó entre las manos con el gol en propia puerta de Cortés en el tiempo añadido. Un pase de Benzema no acertó a rematarlo Xabi Alonso y el defensa del Granada empujó el balón a su portería.

Una derrota tan amarga como injusta, que alguno de sus jugadores no supo asimilar. Con el final del partido su objetivo pasó a ser el árbitro, al que rodearon y terminó siendo alcanzado por una botella lanzada por Dani Benítez. Un feo gesto, que hace tanto daño al árbitro como al propio Granada, que se jugará la vida la próxima jornada en el campo del Rayo, pero que hasta llegar allí se dejará algunas bajas por el camino fruto de ese calentón final.