Golpe de mano del City

El potencial contra la experiencia. Así se describió el derbi de Manchester más esperado de la historia que se jugó un lunes, día en el que normalmente pasan pocas cosas. Ayer, sin embargo, se ganó (o casi) una liga, pero es lo menos que merece el City, que ayer volvió a ser mucho mejor que su rival ciudadano. En 120 años se han disputado 122 derbis pero ninguno con estas características. Nadie se lo quiso perder. Toda Inglaterra miraba a Manchester.

Quedó claro desde el principio que el City necesitaba ganar para liderar la clasificación y puso a cuatro jugadores tras el balón mientras el resto, incluidos los laterales, se dedicó a buscar huecos, a pedir el balón, a correr al espacio, a tratar de tú a tú al United: Agüero, más adelantado, contaba con la colaboración de Nasri, Silva y Tévez, y también de Clichy y Zabaleta. Este es el City que se vio a principio y final de temporada: sin miedo, protagonista, atacante, dispuesto a no dejar pasar la oportunidad histórica.

Los de Ferguson tenían solo a Rooney arriba y cinco centrocampistas detrás suyo, la formación favorita del United en partidos europeos o en los de verdad. Pero también fue el equipo que se ha visto este curso: timorato, escaso de talento, desigual, incapaz de dominar, plano. Presionaba arriba pero no conseguían recuperar el balón en zonas peligrosas con lo que el City fue poco a poco encontrándose a gusto. Tévez y el Kun en dos ocasiones se plantaron en el área con peligro y el gol llegó finalmente en un saque de esquina. Kompany se deshizo de Smailing y el mejor equipo a balón parado de la división abrió el marcador.

En la segunda mitad se vio más de lo mismo: la confirmación de que el City ha llegado para hacer mucho ruido y ganar cosas importantes. Y la mitad azul de Manchester lo celebró como no lo hacía desde hace 43 años.