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REAL MADRID 5 - APOEL 2

A 'semis' con lujos y armario

El Madrid vuelve a golear al APOEL con dos goles de Cristiano, uno de ellos de bandera, uno de Kaká, otro de Callejón y el último de Di María. Los suplentes, salvo Altintop, convencieron.

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A 'semis' con lujos y armario

El Madrid llevaba en semifinales de la Champions desde el mismo día del sorteo. Fuimos respetuosos, pero seamos honestos. En el Bernabéu, frente al APOEL, no hizo más que sacar el billete rumbo a Múnich. El equipo de Mourinho fue muy superior a su rival de cuartos, tanto allí como aquí, y se medirá al Bayern en una eliminatoria que nada tendrá que ver con ésta. Pudo vivir de las rentas de Nicosia. Lo que pasa es que no sabe. Un ataque como el blanco ansía golpear. Lo hizo cinco veces. Pudo hacerlo mil.

Sacar conclusiones de este encuentro y elevarlas a tesis sería injusto y atrevido. Para bien y para mal. La bisoñez chipriota durante casi todo el enfrentamiento marcó todo y llevaría a engaños. Sin embargo, hay detalles, sensaciones e intuiciones que no se pueden esconder. Independientemente del nuevo capítulo en el insaciable hambre de Cristiano, hay muchas más cosas a las que agarrarse para confiar en el que el Bayern no será más que otra víctima en el camino. Lo más importante de la noche: hay banquillo, plantilla y, por tanto, soluciones a los problemas. Varane, uno de los ejemplos, es de las mejores. El francés pinta bien, con tanta rapidez como centímetros. No le exigieron pero hay poses que delatan.

Un escalón por delante de él, coincidieron Granero y Sahin. Una demostración reiterativa del dúo con un claro mensaje: con toque y visión, la vida es igual de bella (o más) que con trivotes y 'khediras'. Lo de Callejón y Di María al final, con sus goles para enmarcar, ya es de sobra conocido. Altintop fue el único punto negro. También tuvo su oportunidad, demostrando más de lo mismo: sería titular en casi todos los equipos del mundo excepto en los grandes de este país. Falló un gol claro, hizo la estatua en uno del rival y forzó un penalti por deslizarse sin éxito.

Goles tras la lluvia de ocasiones

Con estos revulsivos y la base de siempre, el Madrid no esperó a mandar para golear. Lo hizo con un nuevo estilo. Al que no se acopla porque no le gusta. Frente a un APOEL atrincherado y sin calidad para amenazar, el Madrid se vio obligado a sobar la posesión, ir de banda a banda para sortear a una defensa de balonmano y buscar huecos entre una muralla. Lo intentó. A veces con tino. Otra con desesperante lentitud. La aportación de Sahin y Granero fue clave. Por ello llegaron las ocasiones en la cabeza de Higuaín y en las botas de Cristiano. Pero el estilo del Barça le cansa y su impaciencia le devuelve a sus labores mundanas. El juego rápido, el ataque a pocos toques y el desborde. La pegada patentada. Así, Marcelo pudo dar un paso al frente y con sus internadas, el APOEL sacó bandera blanca. Con este nuevo estilo, el de siempre, Altintop tuvo su ocasión y Cristiano otra con la testa. Los goles estaban al caer. Y cayeron.

El primero lo hizo Cristiano, aunque se lo debe a Marcelo. Una arrancada del brasileño acabó en centro. El envió fue acelerado por un defensa amarillo hasta llegar a impactar con la rodilla de Cristiano. Siempre en boca de gol. El segundo lo hizo Kaká con una rosca que ya intentó minutos antes y que esta vez puso en la escuadra. Mourinho resoplaba. Aun sin motivaciones ni obstáculos, los goles llueven casi sin buscarlos. Pudo haber un tercero antes del descanso, también obra de Kaká. La madera lo evitó.

Más armario que mostrar

El poco ritmo que había decayó hasta sus niveles más ínfimos en el inicio de la segunda mitad. Callejón y Di María dieron descanso a Marcelo e Higuaín, pero no se perdió ni el nervio ni la pegada. Tanto cambio y tanta distracción, espoleó al APOEL. De ahí que hiciera el gol de su vida. Por su belleza y por el escenario para lograrlo. La jugada aunó velocidad y clase. Empezó atrás y acabó con un pase magistral de Ailton al hueco que Manduca no desperdició. Dejó atrás a Altintop, que es cualquier cosa menos defensa, encaró a Casillas y le batió con gusto. 2-1. Una colleja a los dormilones.

Desde entonces, minuto 67, el Madrid luchó por no estropear una fiesta y el APOEL por seguir haciendo historia. Y en ese minipartido, ganó quien suele. Cristiano acabó con la tensión creada por el adversario. De un maravilloso plumazo. Su gol de falta, por la escuadra, no llegó solo. Porque este Madrid, cuando se enfada, no avisa. Sólo ametralla. Después de su trallazo llegó otra gran maniobra de Callejón, únicamente afeada por el posterior penalti de Altintop. Para terminar, Di María recordó que ha vuelto. Y para quedarse. Regaló una sutil vaselina como colofón a un desnivelado duelo que sirve al Madrid para avisar al mundo. Otra vez. 'No me hace falta tocar ni gustar para matar". Bayern, avisado quedas.