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Liga BBVA | Getafe 3 - Valencia 1

El Valencia sigue perdiendo aire

Tres goles en la primera mitad, los tres por alto, anularon el tanto inicial de Soldado y provocan que los de Emery se vuelvan vulnerables en su tercera posición.

Rubén Jiménez
Actualizado a

A Unai no le salen las cuentas. Tras sacar el máximo potencial a su equipo y convertirle en el primero de esa 'otra Liga' que se juega al margen de las dos superpotencias futbolísticas del país, no le salen las cuentas. Sigue tercero, sí, pero corre, más que nunca, el peligro de perder su posición de privilegio y su puesto de Champions. Si hasta ahora la asignatura pendiente era Mestalla, con el suspenso del día del Zaragoza aún reciente, la derrota en Getafe deja al Valencia con una aparente fragilidad que no se le conocía hasta ahora.

Y todo por culpa de un magnífico Getafe que desdibujó a la defensa che con una estrategia de bombardeo por saturación al área de Guaita. Los tres goles llegaron en balones colgados. En el minuto 12, Pedro Ríos se lanzaba en plancha para rematar un buen centro desde la izquierda de Gavilán y ponía el balón en las mallas de Guaita. En el 24', era Pedro Ríos quien centraba desde la otra banda, buscando el desierto que era el segundo palo del área valencianista, por donde apareció Gavilán, que remató la bola mordida y mal, pero que tuvo la suerte de encontrar la cabeza de Miku por el camino. El venezolano elevó el esférico por encima del meta valencianista. Con ese gol ya perdía el Valencia, pero faltaba la guinda, el truco final de circo. Gavilán colgaba una falta desde la banda derecha, al segundo palo, sin aparente peligro. Pero el balón fue a botar en la puntera de la bota izquierda de Bruno para dibujar una parábola imposible de detener para Guaita. Un ridículo autogol que obligó al Valencia a encogerse de hombros, incrédulo.

Todo ese espectáculo, concentrado en una primera mitad que comenzó con un gol de Soldado. Cuando alguien tiene tantos ex como él, se olvidan los sentimientos añejos y se ama con pasión y con todo el corazón a la actual pareja. Eso hizo Soldado el año pasado, cuando acribilló sin compasión al Getafe con 4 goles y eso se temió la grada del Alfonso Pérez cuando en el minuto 5 culminaba con un derechazo a la escuadra una gran jugada de Jonas. Y a punto estuvo de volver a marcar minutos después tras otro jugadón de Jonas, que elevó el balón con el exterior del pie a la llegada de Soldado, pero el delantero no pudo superar a Moyá.

Una pena que el entusiasmo de la primera mitad se diluyese en el vestuario al descanso. Se olvidó la alegría y se recordó la responsabilidad. El Valencia se asustó y quiso dominar, pero ni lograba arrinconar al Getafe ni llegaba con peligro. El equipo de Luis García, conformista, se retorcía y le negaba las cosquillas a los de Emery, apáticos, planos, sin estrategia, que atacaban según les daba el viento del sur de Madrid, incapaz de imprimir una velocidad más cuando el partido y la urgencia lo requería. Sin plan.

Para muchos, la culpa será de Emery. Para otros muchos, de los dirigentes que han desmantelado el equipo verano tras verano. La verdad absoluta sólo la tiene la clasificación, la misma que dice que el Valencia está al alcance de sus perseguidores, que ya no es el claro dominador de esa 'otra Liga', que pierde aire lentamente, como un neumático pinchado. De momento, mañana puede ver cómo Málaga y Levante le igualan en la tabla. Y Unai soñará con el próximo encuentro en casa, con los pitos de Mestalla, esos que le persiguen jornada tras jornada. Para el Getafe, el resultado es tan espléndido que le permite olvidarse de una vez y para siempre del fantasma del descenso. Despacito, sin hacer ruido y con gestas como la del Barcelona o la de esta noche, los de Luis García se acomodan en la zona templada de la clasificación, en la primavera de la Primera División.