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Atlético de Madrid | La intrahistoria

Caparrós pudo ser entrenador rojiblanco

Actualizado a

La salida de Quique el pasado verano dejó el banquillo del Atlético sin inquilino. De la lista de posibles sustitutos, dos de ellos sonaron con fuerza y uno de ellos era Joaquín Caparrós. El Atlético ya había sondeado al técnico antes de concluir el pasado curso. Sin embargo, al finalizar la campaña se abrieron dos vías. Luis Enrique, debido a sus buenos resultados con el Barcelona B, era el favorito de Miguel Ángel Gil, el consejero delegado. Mientras, Enrique Cerezo prefería seguir apostando por la llegada de un hombre con más experiencia en Primera División y que fuera capaz de transmitir desde el banquillo la intensidad necesaria para devolver al Atlético a posiciones de Liga de Campeones. Entretanto, Luis Enrique se comprometió con la nueva Roma de Di Benedetto. La opción Caparrós quedaba como la más accesible. Los contactos entre Gorka Arrinda, agente del técnico, y el Atlético se intensificaron, pero finalmente todo se rompió. En ese momento, el Atlético dejó en manos de Caminero, el director deportivo, la decisión de buscar y elegir entrenador. Finalmente, Gregorio Manzano se hizo cargo de la nave pese a que el Atlético no había pensado en él en un comienzo, ni siquiera había sido la segunda opción. Así, Caparrós, que había dejado en junio el Athletic, a pesar de tener un preacuerdo de renovación con el por entonces presidente Fernando García Macua, se quedaba libre a la espera de recibir una llamada para dirigir. La oferta llegó de Suiza para hacerse cargo del Neuchatel, pero la aventura helvética duró únicamente cinco jornadas. Acababa de comenzar el mes de octubre, cuando Caparrós volvía a España. Laudrup había renunciado tras desavenencias con Serra Ferrer y Caparrós era el elegido para sustituirle. El Mallorca no dejó pasar la oportunidad.