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COPA DE ÁFRICA | ZAMBIA 1-GHANA 0

Zambia se cobra su deuda

Ghana claudica ante las 'balas de cobre', muy inferiores pero que supieron aprovechar sus ocasiones. Zambia jugará su primera final desde 1994.

Fernando López
Actualizado a
Zambia se cobra su deuda
REUTERS

El 27 de abril de 1993 un terrible accidente de avión en Gabón acababa con toda la selección de fútbol de Zambia tras disputar un encuentro en Libreville. Aquel día se esfumó con la tragedia la mejor generación de futbolistas del país más pobre del mundo; 18 jugadores que habían aplastado 4-0 a la todopoderosa Italia en los Juegos de Seúl '88 (sólo la estrella de la selección Kalusha Bwalya se salvó porque no viajaba en el avión). Eso era hasta hoy. Zambia ha resurgido de sus cenizas y ha vuelto a la escena del fútbol, ese deporte que no siempre devuelve lo que se lleva, pero cuando lo hace, es a lo grande. Con creces. Las 'balas de cobre', como se conoce a los futbolistas de Zambia, han ganado en la primera semifinal de esta Copa de África a la temible Ghana (1-0) y disputarán su primera final desde 1994, con Bwalya al frente.

Si alguna vez había que creer en el destino era hoy; si alguna vez había que creer en las extrañas magias y rituales que rodean al impresionante torneo africano, era esta tarde. De ninguna otra manera se explica cómo Ghana, una referente juvenil a nivel mundial y una potencia africana en la última década, ha fallado un escandaloso número de ocasiones. Incluido un penalti. Lo cierto es que el partido, lejos de lo emotivo y lo divinamente justo, ha sido un monólogo ghanés. Desde el minuto siete, exactamente. En ese momento la final parecía un tobogán para Ghana. Un penalti parecía abrir la lata de Zambia (sólo había recibido tres goles en el torneo). Pero Mweene hizo demasiado grande su figura para Gyan Asamoah, estrella ghanesa, que no pudo superarle. Ahí ha empezado a escribirse la epopeya de Zambia.

Los ghaneses no han claudicado fácilmente. El campo en el que atacaban parecía estar cuesta abajo. Era muy fácil llegar al área de Mweene, nuevo héroe zambiano. El primer paso estaba dado. El segundo, el más importante, no llegaba. Los remates no encontraban puerta. Inkoom y Jordan Ayew, las gacelas ghanesas, campaban a sus anchas por las estepas que eran sus bandas. Nadie les paraba. Y cuando no eran ellos, aparecían Asamoah y André Ayew para colgar balones. Un centro tras otro. Pero ninguno encontraba un rematador en buena posición. Y Ghana se puso nerviosa. Empezó a correr, a saltarse pasos, a abusar de su superioridad. Justo antes del descanso Zambia dio un aviso. Katanga realizaba un extraordinario slalom y a punto estaba de batir a Kwarasey, demasiado expuesto al aburrimiento durante el encuentro porque nunca olía un balón.

Entonces llegó la segunda parte. El partido apestaba a empate, a prórroga y, tal vez, a unos nuevos penaltis. Ghana seguía apretando pero no encontraba el premio a su insultante superioridad. Sus ataques se diluían con la misma velocidad con que se fraguaban y en un descuido Zambia cazó una. El único futbolista zambiano que juega en Europa demostró porque lo hace. Mayuka recibió un balón en la frontal del área ghanés. Se dio la vuelta y, con sutileza, mandó la pelota a la esquina opuesta. Imparable para Kwarasey. Muerte para Ghana, vida para Zambia. Era el minuto 78. A esas alturas el entrenador ghanés ya había puesto a su equipo en el paredón retirando a Gyan y planeando el cambio de André Ayew. Ya no había nada que hacer. La fortuna había sonreído a Zambia. La divina justicia, también.