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Liga BBVA | Sevilla 1 - Villarreal 2

Emerge el Submarino y Marcelino abraza el caos

La pausa de Borja y Cani desnuda la anarquía del Sevilla.

Actualizado a
<b>INTRATABLE. </b>Borja Valero, que fue uno de los mejores ayer en el Sánchez Pizjuán, dispara con la zurda ante la mirada de Rakitic y Varas.
INTRATABLE. Borja Valero, que fue uno de los mejores ayer en el Sánchez Pizjuán, dispara con la zurda ante la mirada de Rakitic y Varas.morenatti / toni rodríguez

Marcelino debe tener a Sabina entre sus cantantes de cámara. Ruleta rusa o conductores suicidas podrían ser titulares de esta crónica sin riesgo de exageración. Tal vez en uno de sus últimos volantazos como entrenador del Sevilla, el asturiano, que ayer ya escuchó gritos de "dimisión", traicionó sus ortodoxos principios y convirtió el tapete del Sánchez Pizjuán en un caos táctico. Molina no debía haberlo visto ni el día que debutó de interior izquierdo con la Selección en Oslo en pleno surrealismo clementista. Marcelino, que prometió devolver el equilibrio al Sevilla, convirtió en una verbena un partido que será su tiro de gracia final.

El Villarreal, más cartesiano, aprovechó su momento y ganó tres puntos que son oxígeno y que ratifican definitivamente su recuperación. Triunfó la pausa sobre el desgobierno. Goles cocinados a fuego lento y un fútbol que recordó las señas de identidad del gran Villarreal contra el descontrol del Sevilla, que tuvo mil oportunidades pero ningún mando sobre el partido. El final, con el gol norte reclamando la vuelta de Caparrós y síntomas de hartazgo con el proyecto, fue el esperado para un partido entre un equipo kamikaze y otro que con Molina ha recuperado el juicio. Borja Valero, despedido con aplausos por una afición que lo vio fichado, y Camuñas cerca del final certificaron una victoria que no evitó Jesús Navas con su casi gol y su amor propio de capitán. De lo poco respetable de un equipo sin brújula. La caída de Negredo, insustancial, es la mejor señal del hundimiento de un Sevilla al que no consuela ni la exhibición de Diego López. Una ayuda necesaria del portero, pero artificial. El cogollo del partido, la esencia, estaba en el control mental del Villarreal que significó la victoria.

Desenlace. Curioso contrapunto de estilos. El Sevilla, un Séptimo de Caballería con faldas y a lo loco. El Villarreal, con dos premisas: incomodar la salida de balón rival y construir con paciencia. Marcelino fue capaz de radicalizarse en la segunda parte y Camuñas abrochó el partido con un golpeo limpio que desató otra tormenta. Esta amenaza con llevarse por delante a Marcelino.

El detalle. El futuro de Marcelino, hoy

Marcelino sabrá hoy si se sienta en el banquillo de Anoeta. Lo tiene difícil. Según ha podido saber AS, Del Nido y Monchi no tomaron ninguna decisión definitiva anoche y hoy valorarán si el asturiano se mantiene una semana más. Difícil. Los rectores peinan el mercado.