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Copa del Rey | Mirandés

Pouso se rodea de buenos jugadores y mejores personas

Rota y mima más a los suplentes

J. R. Beltrán
Actualizado a
Pouso se rodea de buenos jugadores y mejores personas

Carlos Pouso es un tipo extrovertido y noble fuera del campo, pero metódico y exigente en el banquillo. No es conocido ningún jugador que haya le haya criticado y eso que en ocasiones ha tomado medidas impopulares. El técnico portugalujo, que escribe las líneas más finas de la historia del Mirandés, tiene contentos a los titulares y, sobre todo, a los suplentes. Lo cumple a rajatabla en Miranda, lo mismo que hizo en Arenas, Sestao, Eibar o Guijuelo. Incluso rota a los porteros. Ha ido confeccionando el equipo con gente de su cuerda, a la que ha dirigido en sus otros clubes. A Alain Arroyo, Muneta, Lanbarri y Caneda, todos vascos, los conoce como futbolistas y como personas, con el resto se asesoró antes de atarlos, a los locales los ha embelesado y a jóvenes como Barahona les concedió la alternativa. Tiene mucha intuición y visión de futuro. De hecho, a Del Olmo, Koikili y Toquero los pulió en el Sestao antes de que ficharan por el Athletic.

Amigo de sus amigos, disfruta con sus paseos por la playa de Sopelana, adora a su mujer y a su hija, y fomenta las sobremesas, endulzadas con sus constantes anécdotas, que adereza con su gracia natural a caballo entre Miranda y Bilbao. Pequeñas rutinas que Carlos hace especiales, sobre todo con sus cuñados, que lo idolatran. Descartó seguir en Guijuelo, donde un directivo ponía dinero de su bolsillo, para elegir Miranda y su fogosa afición, incomparable en Segunda B.

Amante del Athletic, fue un mediocentro técnico, pero lento, que supo que lo suyo estaba más inclinado hacia la profesión de entrenador, donde es un auténtico motivador. En verano espera regresar a la isla de La Graciosa, en Canarias, su retiro deseado.