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Liga BBVA | Barcelona

El Barça cambia el estilismo por resultadismo y glamour

A los culés se les están haciendo muy largos estos meses antes del Bernabéu y el Mundialito.

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El Barça cambia el estilismo por resultadismo y glamour

El Barcelona vive tiempos nuevos. Desde el Camp Nou se asume como un hecho coyuntural, pero es innegable que el club que gestiona Guardiola se encuentra ante un escenario desconocido. Por primera vez, su supremacia futbolística se ve discutida por el máximo rival. Hasta ahora, el Real Madrid era sólo una amenaza en la clasificación, no en el estilo. Eso era patrimonio del Barça. Ya no está tan claro.

Desde hace un par de semanas, el Barça -que lleva tres años excelsos- se encuentra con el Madrid por delante en la tabla clasificatoria y también en la imaginaria clasificación estética que resume cuál es el equipo que mejor juega. Las últimas actuaciones del equipo blanco han sido propias de una apisonadora, mientras que las del Barcelona han sido abruptas, con partidos trabados, jugados en superioridad y aun así, de difícil resolución. Encuentros más propios de la metalurgia mourinhista que de la filarmónica guardiolista en un evidente cambio de papeles. Hasta hoy, el Madrid podía tener más puntos, pero el buen juego era patrimonio culé. Hoy, en una curiosa paradoja, éstos se aferran al resultado (dos títulos ganados este curso y 12 de 15 en las últimas tres temporadas), mientras que los merengues se acogen al juego en vez de a las nueve Copas de Europa. Vivir para ver.

En una curiosa vuelta de tuerca, el consuelo para los barcelonistas es que ni por esas el Madrid ha logrado ponerse líder de la Liga, sino que ese honor corresponde al Levante. Este hecho supone un salvavidas donde puede asirse la afición para olvidar que Messi lleva tres partidos sin anotar, que el equipo muestra una evidente falta de frescura o que las lesiones se suceden diezmando una plantilla de 21 jugadores. Desde dentro del vestuario culé, calma tensa. Tres temporadas descomunales avalan el discurso. La explicación a este momento de falta de brillantez se resume en dos factores: las lesiones de jugadores clave (Alexis, Cesc, Iniesta, Puyol, Piqué, Pedro) y la dificultad de mantener la motivación en unos meses en los que no hay objetivos al alcance de la mano.

No obstante, el Barcelona se está alejando del discurso futbolístico. El veto a que los jugadores den entrevistas ha llevado a la plantilla a hablar sólo cuando están concentrados con España o, como es el caso de Víctor Valdés, en publicaciones de moda a espaldas del departamento de comunicación del club.

As en la manga. El caso es que cuando el Barça se ha tenido que jugar títulos, el equipo ha rendido a un nivel extraordinario. Lo hizo cuando se impuso al Madrid en la Supercopa de España y al Oporto en la de Europa. Subidos a la ola de esos triunfos, el inicio de Liga fue espléndido, pero en cuanto cesó la inercia, el juego decayó ante la falta de retos inmediatos. El Barça se sabe en octavos de la Champions, sufre una plaga de lesiones y por encima de todo, no tiene ante sí un reto que satisfaga a un grupo que ya es adicto a las grandes citas. Por tanto, esta parte del campeonato que media entre las finales de las supercopas y la visita al Bernabéu y el Mundial de clubes se está haciendo demasiado larga.