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Champions League | Barcelona 2 - Viktoria 0

Mucho juego, poca puntería

La falta de acierto del Barça salva al Plzen de salir goleado. Iniesta y Villa autores de los goles. Los checos no tiraron ni una vez entre los tres palos

Actualizado a
<b>LO INTENTÓ. </b>Messi encaró una y otra vez a Cech, aunque se le resistió el gol en la noche de ayer.
LO INTENTÓ. Messi encaró una y otra vez a Cech, aunque se le resistió el gol en la noche de ayer.

En condiciones mínimamente normales, los checos del Viktoria Plzen hubieran necesitado un camión de ocho ejes para llevarse de vuelta a casa todos los goles que les pudo haber metido el Barça ayer en un partido que fue un monólogo blaugrana. Pero al final, la cosa acabó con un digno 2-0 que no hace justicia a lo que se vio por parte de uno y otro equipo. Pocas veces al Barça, penaltis escatimados y dos disparos al palo aparte, se le ha visto fallar goles tan claros de forma tan seguida en un mismo partido.

Queda claro que ayer Messi no tuvo su día, porque falló lo que nunca falla, pero es que también fallaron ocasiones claras Villa, Alves, Iniesta, Xavi y Pedro. Y cuando hablamos de ocasiones claras, queremos decir muy claras. En el área pequeña, vamos.

Probablemente, si no estuviéramos hablando del Barcelona, estaríamos hablando de un partidazo. Porque pocos equipos pueden ejercer un dominio tan aplastante sobre el rival y reducirle a la mínima expresión del juego. El equipo checo, que en momentos intentó plantar cara, acabó toda la segunda parte con diez tipos metidos en su área al grito de "esto es Numancia" o como se diga en checo y sin disparar ni una sola vez en todo el partido a la portería de Valdés.

Puestos a buscar un culpable, tiraremos por elevación y habría que señalar a Iniesta como el causante de la falta de acierto del equipo barcelonista. Fue tan maravilloso el gol con el que Andrés abrió el marcador en el minuto diez, que a partir de entonces, todo tenía que estar a la altura. Y claro, no se pudo.

Vendaval. El tanto del manchego fue el colofón a diez minutos iniciales en los que el equipo de Guardiola fue un ciclón. Alves y Pedro, en los dos primeros minutos de partido, ya habían fallado goles cantados y la sensación en el Camp Nou es que iba a caer goleada. Dicho espíritu se reafirmó cuando Iniesta culminó una obra de arte tras dos paredes con Messi. Era el 1-0 y el viento soplaba a favor.

Pero, quién sabe si por un efecto mimetizador, los jugadores del Barcelona se empeñaron en igualar, por lo menos estéticamente, la factura del primer gol y se empeñaron en entrar con la pelota controlada en la portería de los visitantes.

Eso dio origen a jugadas maravillosas, especialmente de un Leo Messi que lo intentó de todas las maneras. Desde lejos, a pelota parada, desde cerca, en eslálom, en paredes, superando al portero...de todas las formas. Pero sin acierto. Ayer no era el día del argentino, al que encima, para no perder la costumbre, le hicieron dos penaltis escandalosos que el árbitro pasó por alto.

En la segunda parte, el dominio del Barcelona se intensificó más si cabe. En la primera, los checos llegaron a acercarse al área de Valdés. En la segunda, achicaron más agua que los camareros del Titanic.

A su favor tenían que la ansiedad se iba apoderando del barcelonismo, que veía que se entraba en la recta final del encuentro con la renta mínima a su favor. La tranquilidad la logró Villa, quien a diez minutos del final logró marcar el definitivo 2-0.