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Czibor

"El Honved contrató a bandidos para que nos sacaran del país"

Zoltan Czibor, fotógrafo, es el hijo del delantero húngaro que jugó en el Honved, el Barça y en la gran selección magiar. Su testimonio es recuerdo de una época en la que algunos de los mejores jugadores del mundo emigraron a España. Marcaron una época y cambiaron el fútbol.

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Czibor.
FERNANDO ROSALES

Puskas, Kocsis, Kubala, Czibor... ¿cómo todos esos húngaros se adaptaron a la España de los 50 a pesar de la diferencia cultural?

Huían de una situación muy perra. Los tanques rusos entraron en el 56 en Budapest y arrasaron contra la población. Lo de Siria de ahora no es nada comparado con lo que pasó en Hungría. En una semana mataron a 10.000 personas. Se defendían a pedradas y tirando cubos de agua con jabón en las calles empinadas para que los tanques resbalaran. Después de ese infierno, se adaptaban a lo que fuera.

¿Cómo huyeron?

Gracias a contrabandistas que contrató el Honved. Mi padre, junto al resto del equipo, estaba en Austria para jugar contra el Athletic cuando la invasión rusa y no volvieron. Enviaron a bandidos a por nosotros para sacarnos del país.

¿Cómo lo recuerda?

Vinieron a buscarnos de noche y salimos con lo puesto. Creo que estaba en el grupo la mujer de Kubala. Lo dejamos todo: casa, ropa, muebles, amigos... para cruzar la frontera a pie sorteando a las patrullas, que disparaban a matar.

Usted era pequeño, pero imagino que eso no se olvida

Iba con mi madre y nos acompañó mi abuelo hasta la frontera, pero no se fugó porque no quería dejar a mi abuela. A los bebés del grupo, hijos de algunos jugadores, les daban un licor muy fuerte (palinka) para emborracharlos y que se durmieran para que no lloraran. Si lloraban, nos descrubrirían. Recuerdo que todo nuestro grupo llegó a una bifurcación de caminos y nos separamos. Elegimos bien, los que cogieron el otro murieron acribillados por las patrullas. Era noviembre y hacía un frío terrible

¿Y su padre?

Nos esperaba en Austria con Puskas; Kocsis estaba en Suiza y Kubala ya en España. Nos reunimos en Austria y de ahí, a Roma.

¿Cómo recuerda su llegada a Barcelona, cuando su padre completó el trío de húngaros con Kocsis y Kubala?

Llegamos de Roma, donde mi padre pasó un año sin jugar como castigo por haberse escapado. Un día, en Roma, llamaron a la puerta de casa y aparecieron Kubala y Samitier para fichar a mi padre.

¿Se conocían entre ellos?

No demasiado. Piense que Kubala llegó a Barcelona en el 50 y mi padre, en el 58. Apenas habían coincidido, Kubala se fue a Checoslovaquia muy pronto. Había debutado con Hungría a los 16 años, pero se fue y no jugó en el Honved, que es donde lo hacía mi padre. En el 54 coincidieron en un amistoso Barça-Honved.

¿Qué recuerda de su infancia como hijo de un jugador del Barça?

Yo estaba casi cada día en los entrenamientos, ahí en la hierba, jugando a mi bola. Yo no iba al cole porque no hablaba español, sólo húngaro e italiano.

¿Es consciente de que estos jugadores fueron utilizados como propaganda por el franquismo?

Pues claro. Se nos facilitó la nacionalidad española enseguida por un procedimiento que era el de la carta de naturaleza, que no quería decir más que le salía de las narices al Caudillo, porque éramos refugiados de un país comunista. Pero todos estos jugadores eran anticomunistas, estaban masacrando a su país.

¿Cómo definiría el Barça de HH. y Kubala?

No se ha hecho justicia con ese equipo. La culpa es de la final de Berna, pero ese equipo le ganó al mejor Madrid de todos los tiempos dos Ligas seguidas, una Copa y les eliminó por primera vez en la Copa de Europa.

¿Berna les eclipsó?

Les deshizo. Mi padre marcó un gol ese día y envió dos balones al palo. El Barça mereció ganar y le dio un baño al Benfica, que se aferró a la suerte y a Coluna, que hizo un partido majestuoso. Pero no fue ése el partido que más le dolió perder a mi padre

¿Cuál fue?

La final del Mundial Suiza 1954, cuando perdieron con Alemania. Les habían ganado por 8-3 en la primera fase, pero en la final drogaron a los alemanes en el medio tiempo. Al descanso, Hungría ganaba por 2-0 y acabó perdiendo por 2-3.

¿Drogados?

Mi padre me explicó que los alemanes tomaron al final de la primera parte un batido que era el que les daban a los aviadores nazis que pilotaban stukas para quitar el miedo. Al final de la segunda parte echaban espuma por la boca y muchos años después, un periodista de L'Equipe que había estado en ese partido me dijo que los alemanes al final del mismo no sabían ni cómo se llamaban. Pero lo hicieron como venganza.

Esto se pone interesante

En el partido del 8-3, Puskas, que era el mejor de esa era y otro al que no se le ha hecho justicia y que está al nivel de Di Stéfano, Maradona y Pelé, se fue a un jugador de Alemania que era nacido en la parte húngara de Rumanía y que jugaba como alemán y por tanto hablaba húngaro y le vaciló.

¿Qué le dijo?

Imagínese. Puskas era coronel y tenía su carácter. Muy nacionalista. Cuando les metieron el sexto lo más suave que le dijo es que eran una mierda. Éste se enfadó y le hizo una entrada terrible en los últimos minutos y Puskas jugó lesionado el resto de campeonato y la final. Eso y el brebaje mágico derrotaron a Hungría.

¿Cuatro años después de eso, su padre aterrizaba en el Barça y la gente se identificó con los húngaros?

Se dijo que era el Barça de los húngaros, pero no era justo. Había jugadores como Eulogio Martínez o Suárez, que hasta que se retire Xavi es el mejor jugador del fútbol español.

¿Cómo era Kubala?

Excepcional, con una fuerza física tremenda, mi padre, en cambio era un canillas y Kocsis tenía el mejor remate de cabeza del mundo, le llamaban 'cabeza de oro'. Pocos podían parar a Kubala, cuando tenía la pelota no tenían agallas los rivales de quitársela. Usaba los codos mejor que Redondo. Era un avanzado a su tiempo. Y luego estaba el carisma

Cuente

Lo tenía todo. Aparte de buen jugador, era un guaperas, muy fuerte, más alto que la media de España, había sido boxeador y no podía salir a la calle porque se le echaban las señoras encima.

¿Kubala marcaba la diferencia únicamente en lo físico?

No, fue un innovador. Por ejemplo, antes las faltas se chutaban a la barrera para derribarla. La idea del que chutaba era romperle la cabeza a uno para que a la siguiente falta los demás se apartaran. Las pelotas eran muy pesadas y si la costura te daba en la frente te abría una brecha. Por eso muchos jugaban con pañuelo en la cabeza. Pues bien, Kubala fue el primero que planteó que se le podía dar un efecto a la pelota para superar la barrera. Los otros eran unos brutos que iban a lisiar. Delante de Puskas, por ejemplo, no había valor para ponerse.

¿Su cruz fueron las lesiones?

Antes se lesionaban más. Ni los médicos ni las espinilleras ni la alimentación eran como ahora. Y se pegaba duro.

¿Y los jugadores se cuidaban menos?

Bastante menos que ahora. A Kubala un taxista maño le iba a buscar el día del partido a un bar que se llamaba Blanco y Negro en la Calle Maestro Nicolau. Lo llevaba al Camp Nou, le metía Angel Mur padre en la ducha y le daba un termo con un carajillo. Cuando salía al campo, no sabía dónde estaba, pero a la media parte, se duchaba, otro carajillo y a jugar. Y lo hacía de cine.

¿Y el público no se quejaba?

La gente encantada. Lo hacían otros jugadores. Mi padre el primero. Ahora se valora la discreción y la humildad. Antes, a los jugadores les pedían que fueran excesivos, que vivieran como Clark Gable. Estaba bien visto aparecer en un restaurante con su corte y pasearse por el Paseo de Gracia con abrigo blanco y sombrero. Tener la vida que no tenían los demás. Ahora es totalmente opuesto.

Hábleme de Puskas.

Uno de los mejores de todos los tiempos, al nivel de Pelé, Di Stéfano, Maradona o Cruyff. Pero ni al Honved ni a Hungría se la ha visto en televisión. Pero era un equipo comparable a los mejores. Cuando tiraba las faltas, sus compañeros celebraban el gol antes de que chutara.

Mantenía muy buena relación con su padre y Kocsis, ¿no?

Mucha, porque habían jugado juntos en el Honved y en la selección que ganó los Juegos de Helsinki y que triunfó en Wembley 3-6.

¿Y Di Stéfano?

Era muy amigo de Kubala porque llegaron juntos. Seguramente, el mejor de todos. Era el que tenía más mala leche.

¿Y su padre? Jugó sólo tres años en el Barça, pero dejó un gran recuerdo.

Está feo decirlo, pero mi padre era muy bueno, probablemente uno de los tres mejores extremos izquierda de todos los tiempos. Llegó a ser tan famoso como Kubala. Es más, llegó cobrando más y a Kubala tuvieron que arreglarle el contrato para ponerle al nivel. Aquí, aunque fuera una dictadura, se era más libre que en la órbita de la URSS y ellos probaron la sangría, el sol y la paella les afectó la buena vida.

¿Qué hizo su padre tras retirarse?

Jugó un año en el Español para no cambiarnos de colegio, un año en el Grasshopper y luego fue a Toronto, en Canadá, y luego regresó y montó el bar.

El mítico Kep Duna. Eso me lleva a preguntarle si la fama de que el bar de su padre era una tapadera para los refugiados comunistas era cierta.

Sí, Kubala y mi padre ayudaban al que podían. Cada año se escapaban húngaros que llegaban a Barcelona y vivían en casa de Kubala y en el bar de mi padre. Llegaban y preguntaban a los taxistas por el Kep Duna. Y nunca pagaron.