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Real Madrid 0 - Barcelona 2 | Unas horas con los blaugrana

AS en el búnker del Barça

Nuestra redactora vivió con los azulgrana la vigilia del gran Clásico

Actualizado a
AS en el búnker del Barça

De la planta 25 a la 29, sin pasar por recepción. El Barça convirtió en búnker el Eurostars Madrid Tower durante treinta horas, lo que duró su concentración en la ida de semifinales de Champions.

Que nadie se acercara a los jugadores. Esa era la orden. Ni clientes ni empleados. El acceso al hotel estaba cerrado. Sólo huéspedes. Cinco personas cortaban el paso. Sin número de habitación y llave que lo demostrara no se podía entrar. El martes a las 18:00, sólo el Spa estaba cerrado a los clientes. Tres horas después lo hacía el gimnasio. Estaban en la planta 29, en territorio culé. Allí, en la Sala VIP Madrid Room, el equipo cenó y comió, se reunió. Un cartel escrito a mano daba las instrucciones: "17:15h., despertar. 18:15h., viaje. 19:00h., entrenamiento. 21:00h., cena y charla".

"Quiera Dios que ganemos", arguyó el presidente, Sandro Rosell, jaleado por un cliente. Sólo directivos y familiares se movían por la recepción. Futbolistas no. Ni para entrenarse ni para dejar el hotel. Vigilados por una decena de agentes de seguridad, la plantilla bajó en tres ascensores bloqueados para ellos a la planta -1, vedada en sus traslados.

Encerrados.

Desde allí subían en escaleras mecánicas al exterior, con el autobús a tres pasos, flanqueados por seguridad y un muro. En el hall se quedaron sin firma ni foto apenas diez clientes que esperaban entre dos palabras. "Demasiada seguridad". Se convirtió en runrún. "No puedo ir al gimnasio He visto a un jeque llegar con diez Rolls Royce y no había esto. Es demasiado", esgrimía otro huésped. "Están encerrados", decía un alto cargo del Gobierno allí reunido el martes.

Las medidas de seguridad eran tales que impidieron que Rosell saludara a sus jugadores cuando regresaron del entrenamiento. Los vio a través de un cristal en la cafetería de la planta -1. La puerta estaba bloqueada. Ni él podía pasar. Hermetismo total también ahí.

Tras la charla, sólo Afellay bajó a reunirse con unos amigos. Media hora después subió. Las luces de la planta 25 comenzaron a apagarse a las doce de la noche. Y la cuerda se tensó, el partido se acercaba. El miércoles no había ni cafetería ni restaurante en el Eurostar. Nadie podía acceder. Cuando a las doce expiraba la habitación también lo hacía la permanencia. No se podía ni dejar maletas en consigna. Sólo clientes. Y llave de habitación. Si alguien daba un paso que no debía, le seguían, le prohibían. "No se pueden acercar a los futbolistas. Máxima discreción", rogaban. El miércoles, ni siquiera se podían tomar fotografías personales en la recepción. Otra vez el runrún. "Mucha seguridad".

A las cinco comenzaron a rodear el hotel un gran número de hinchas del Barça entre gritos de "Messi, Messi, Messi...". A las siete, los jugadores se fueron por las escaleras mecánicas, ante la mirada y los jaleos de doscientas personas y otras pocas camisetas sin firmar en recepción.