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Liga BBVA | Athletic

"No me iría del Athletic ni por todo el dinero del mundo"

Pasa revista Óscar de Marcos, un tipo cabal. Su padre, amante del saxo y la guitarra, fue su primer entrenador y, por lo visto, no le malogró. Pese a no tener muchas oportunidades, disfruta del Athletic como pocos.

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"No me iría del Athletic ni por todo el dinero del mundo"
FOTOS: JUAN FLOR

Da gusto comprobar cómo hay leones a los que la fama no les cambia la cara. Uno de ellos es Óscar de Marcos (Laguardia 14-04-89), quien derrocha humildad por los poros de su blanca piel y dice estar viviendo un sueño diario, cada vez que pisa Lezama y se pone esa camiseta con un escudo que siempre ha visto idolatrado en casa. Lo que siente cuando pisa San Mamés lo dejamos para otro párrafo. "Ni por todo el dinero del mundo me iría del Athletic", comenta el polivalente futbolista en la tertulia de AS en la Taberna Prieto. Antes, imitó una de las aficiones de su padre, tocar el saxofón, en la tienda Musivox de Barakaldo. Allí se ha aprovisionado Fito Cabrales de alguna guitarra. Desde luego, con De Marcos no vale el título de su canción de empezar "la casa por el tejado".

Su historia en el fútbol empezó desde crío. Su padre fue su primer entrenador en el fútbol siete de Laguardia y aún es coordinador en la Rioja Alavesa, en la escuela de Samaniego. Comenta que su hermano Pedro era mucho mejor que él, pero una fractura de vértebra le apartó del balón. Aquel equipo de siete chavales acabó enterito en el Alavés y allí echó raíces Óscar. En sus inicios era medio centro, prácticamente la única demarcación que le falta por ocupar con Caparrós, de quien destaca lo divertido que es en las charlas: "Me hace gracia cómo dice las cosas".

Una vez en Vitoria, De Marcos fue creciendo y poniéndose cachas de categoría en categoría, siempre jugando con los de un año más. Y apareció Dimitri Piterman, quien decidió que en la cantera de Ibaia había tres jugadores, Igor Martínez, Alberto Morgado (prefirió la Real al Athletic) y nuestro protagonista, a los que había que blindar cuatro años porque eran carne de traspaso. Las cláusulas crecían en función de su llegada al primer equipo. Manix Mandiola apostó por De Marcos y en veinte partidos marcó cinco goles. Fue su técnico clave. Siempre había estado en la agenda de Lezama, pero no pasó de ahí.

El ruso acertó en su pronóstico y uno a uno salieron los tres canteranos babazorros. Desea que el Alavés ascienda, pero tampoco se deja ver por Mendizorroza. Aún hay gente que no entiende que fichase por el Athletic. Allá ellos.

Pugna con Iturraspe. Recaló en el Athletic con la sonrisa de oreja a oreja, aunque muy responsabilizado y prudente. Conocía a Iturraspe, al que se había enfrentado un puñado de veces en la medular de los campos vascos. También sufrió a Mikel Orbegozo, el delantero del Sanse que vendrá en julio. "Siempre nos metía goles", recuerda del azpeitiarra.

Garban (así le llaman en la plantilla y le gusta en honor al garbanzo, un producto típico de su localidad) habla bien y no para de todo el mundo. La modestia no es común en el fútbol y resultó altisonante escucharle en vísperas de ser lateral ante el Valencia que cómo le iba a quitar el sitio a Iraola cuando es el mejor del equipo. No se considera "menos que nadie" y se exige mucho, aunque el de Usurbil le parece un escándalo de jugador. Y también Fernando Llorente: "No le vendería jamás, es nuestro futbolista clave, cuando lo pasas mal, pegas un pelotazo arriba y te desatasca. Es un chollo tenerle y tiene lógica que juguemos tanto para él".

A De Marcos le vino el santo de cara. Caparrós le dio vida desde el principio, jugó titular la vuelta ante el Young Boys, marcó en la Supercopa ante el Barça y el 2-2 clave en San Mamés en la remontada ante el Tromsoe noruego, una eliminatoria en la que lo pasaron fatal. Sin embargo, el Mundial Sub-20 frenó su progresión y el utrerano le aparcó en el banquillo.

"Ir a aquel Mundial estuvo bien, pero apenas jugué y eso me hizo perder el ritmo", recuerda. Allí conoció a Ander Herrera, "un jugador increíble, con gran técnica y visión de juego". Destaca, además, que el zaragocista "es un gran compañero, con una cabeza muy amueblada".

A partir de entonces, el ex alavesista, que dejó Empresariales y ahora estudia inglés meses antes de apuntarse a Magisterio Deportivo, ha sido como el Guadiana, ha ido y venido. Da la sensación de que Caparrós tiene buen feeling con él, porque le alinea en partidos de trascendencia como el del Anderlecht o en la última media hora este año en la vuelta copera ante el Barça por delante de Muniain. Lógicamente, necesita continuidad y no ir preso a galeras como hace una vuelta tras un mal día en Villarreal. El alavés es autocrítico: "Perdí un poco la confianza en algunos partidos, pero ahora me siento muy bien, dispuesto a aprovechar mi oportunidad".

Su gran rendimiento en el lateral derecho ante el Valencia, con una primera parte pletórica, ha servido para que La Catedral crea que hay un proyecto de futbolista, con físico y desborde. "Es el día que más a gusto me he encontrado en San Mamés, noté a la gente entregada y las cosas me salieron bien desde la primera jugada".

Le está cogiendo el gusto a jugar de defensa derecho. "Disfruto cada día más. Viendo todo el campo de cara, es más sencillo jugar, debo tener cuidado de no romper la línea con los centrales", recuerda entre jamón, ensalada y hongos, a la espera de una chuleta que dé fuerzas. Ojalá, como le sucediese a Toquero en la Taberna Prieto, le sirva para meter dos goles el domingo.

No le preocupa que ser polivalente pueda ir en perjuicio de su trayectoria, como le pudo suceder a Ander Murillo. "Me considero delantero, un segundo punta, pero no me preocupa lo de la polivalencia. Iraola y Javi González han hecho carrera así en el Athletic", argumenta.

De Marcos, que heredó el dorsal 10 de Yeste porque San José pasó al 6 e Iturraspe al 8, prefiere no hablar de Champions y, de momento "amarrar la Europa League". Queda bendecido.