NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

El carrusel | La Liga al microscopio

La violencia como secuela de los tópicos

Capítulo decepcionante para el Madrid en Riazor. Su última media hora fue colosal, pero insuficiente para derribar a un Deportivo que aguantó en pie de forma milagrosa. El 0-0 final hizo saborear aún más al Barça su cómoda goleada en Palma. Así, la distancia entre ambos se dispara de nuevo a siete puntos con 39 por jugar.

Actualizado a
La violencia como secuela de los tópicos
JUAN FLOR

Sergio García olvida la estela de Iniesta

Sergio García e Iniesta fueron compañeros como juveniles. También de Selección. Sus conexiones les hicieron destacar en el Mundial Sub-20 de 2003. Eran el 8 y el 9 de aquel equipo, dos talentos que el Barça cuidó y que Van Gaal hizo debutar al unísono en un partido de Champions. Pero después sus caminos se han ido separando. Sergio tuvo que abrirse hueco en clubes de menor rango y, pese a que también alzó la Eurocopa de 2008, cada vez fue divisando la figura de Iniesta con menor nitidez. En el Espanyol tampoco ha variado esta tendencia, pero al menos ante la Real sacó a relucir su clase con un control y un gol de bandera. Eso sí, ya sin Andrés por detrás.

Ser estudiante también es posible en el fútbol

Marcos Gullón debutó como titular en el centro del campo del Villarreal en Santander. El madrileño siempre se ha caracterizado por su sensatez. Los técnicos alaban de él esa cualidad para entender los partidos en un puesto en el que se requiere mucha inteligencia, además de potencia y calidad. Y esas inquietudes también persiguen a Marcos más allá del fútbol. De hecho, siempre ha sido un gran estudiante y aún mantiene esa constancia cursando Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Castellón. Acostumbrados a escuchar que algunas promesas dejan las aulas con tanta facilidad con la que se compran un descapotable, él personaliza todo lo contrario. Y se agradece.

Aranzubía amainó el diluvio blanco

El Madrid se topó con un titánico Aranzubía en esa media hora final de furia con la que el conjunto blanco arremolinó Riazor. Fue un abuso sin premio, como otras veces en las que los de Mourinho han terminado por jugar micropartidos de corta duración por su inexplicable abandono de entrada. En Pamplona no tuvo sentido la reacción. En Almería tampoco. Ni siquiera fue suficiente en Lyon. Pero en ninguno de esos escenarios se vio achicar agua como hizo el Depor el sábado. En plena tormenta emergió la figura de Aranzubía, esta vez sí protagonista por sus paradas y no por la inusual excentricidad de marcar un gol en vez de evitarlo. El riojano es un portero de excelentes garantías para la Primera División. Quizá en sus inicios se vio desbordado al vivir la época más dura del Athletic en la élite. También pagó por viajar en una vía paralela a la de Casillas en las categorías inferiores de la Selección. Pero desde hace tiempo su jerarquía se hace oír en A Coruña. El Madrid lo experimentó con amargura.

La rentable magnitud de tener un suplente implicado

El Barça tuvo que tirar de fondo de armario en Palma. No acostumbra Guardiola a jugársela con los integrantes del segundo vagón de su plantilla. Y es normal. Cualquier decisión que altere su afinada orquesta siempre supone bajar la altura de este Barça. Por eso es loable la implicación de secundarios como Keita. De él dijo Pep en su día que es "la mejor persona que jamás había conocido en el mundo del fútbol". Lo manifestó, seguramente, porque nunca pone una mala cara ni gesticula por su situación. Pero Keita entiende que ser suplente de Xavi, Iniesta y Busquets es tan normal como que lo fueran un panadero o un taxista. Ese requisito -de precio incalculable en un grande- permite que cuando sale de titular disfrute como nunca. Así lo hizo en el Iberostar. Y así lo agradeció el Barça.

Javi Varas: la cualidad de prosperar algún día

Ser bueno en cualquier actividad es difícil, pero ser cada día un poco mejor que el anterior lo es aún más. Extrapolando esta idea al fútbol, los hay que arrancan desde muy arriba y mantienen ese nivel y los hay que parten del subsuelo y prosperan pasito a pasito. Este último caso es el de Javi Varas. A sus 28 años, el portero del Sevilla se encuentra por fin en la tesitura de poder pelearle la titularidad a Palop. Tarde, quizá. Pero esa disciplina hormiguera con la que progresa día a día le ha llevado a eso y a mucho más. El Sevilla lo fichó cuando era juvenil, también bastante tarde, y llegó a cederlo al modesto San José, de la Regional Preferente. A partir de ahí, de lo más bajo de nuestro fútbol, de los campos de tierra y los contratos semiprofesionales, comenzó a escalar categorías según fue mejorando sus prestaciones. Así hasta la exhibición del pasado sábado en el Calderón. Todo un mundo. Un mundo recorrido a saltos.

El Levante tiene mayor rapidez con Jefferson

El Levante estuvo agudo el pasado mercado invernal al pensar en Jefferson Montero. El ecuatoriano era un simple accesorio en el Villarreal y el club granota le ofrece ahora la oportunidad de demostrar como cedido su valía con más minutos y mucha menos presión. En sus primeras apariciones, entrando siempre desde el banquillo, ha dotado de una rapidez poco habitual al Levante. Ese vertiginoso factor abre el abanico de posibilidades para Luis García, que ya contaba con potencia, astucia y habilidad mediante el resto de sus jugadores de ataque. Y es que Montero dejó con pena su querida Ecuador sólo con el objetivo de triunfar. No en el Madrid, al que estuvo a punto de llegar en 2007, pero sí en el Villarreal y de paso en el Levante. Velocidad tiene para hacerlo. Y mucha.

El personaje: David Navarro

Hay tópicos que persiguen a los centrales en el fútbol, desde el que se practica en la calle al de los más glamurosos escenarios. El más sonado es que deben ser tipos duros, a poder ser sin afeitar, llenos de cicatrices y con vistosos tatuajes. En una época de recesión tras la retirada de Pablo Alfaro y Javi Navarro, el valencianista David Navarro ha adquirido ese protagonismo sin necesidad. Ante el Ahletic aprovechó un balón aéreo en el centro del campo para sacar su codo a pasear. Impactó en la cabeza de Llorente, como era de esperar, provocándole una brecha que resultó ser un mal menor. Tan lamentable como eso fueron las posteriores malas artes del central valencianista, que quedó en el suelo fingiendo un choque en vez de socorrer a su víctima. Por momentos recordó a aquel David Navarro al que la UEFA suspendió durante seis meses por agredir a Burdisso en 2007. Él dice arrepentirse de aquello. No por lo visto ayer, desde luego.