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Liga de Campeones | Milán - Real Madrid

Los once fantásticos, al asalto de San Siro

El Madrid saldrá con el equipo de gala y el Milán, con Ronaldinho.

Actualizado a
Los once fantásticos, al asalto de San Siro

El vestuario del Milán lo ha decorado el propio Berlusconi. Comparte al milímetro las medidas del adyacente vestuario del Inter (decorado por Moratti, ya lo habrán adivinado), pero difiere en el estilo. Digamos que los interistas apuestan por lo clásico (fotos de viejas glorias, como Fachetti, y recordatorio de todos sus scudetti) y los milanistas por la vanguardia: pantallas de plasma en cada taquilla que, sin señal de televisión, no tienen otro objeto que recordar a cada jugador su dorsal (no está de más en el caso de Ronaldinho y algún otro); en el centro, una gran mesa luminosa con el escudo del Milán, que también se repite en el techo. Nada que no se pueda imaginar en el cuarto de baño de Silvio Berlusconi.

El vestuario del visitante es pequeño e impersonal como los aseos de una fábrica de embutidos. Está localizado en una esquina, alejado del acceso al césped. La idea es que el forastero sienta la presión de caminar más metros por las tripas del estadio.

Allí se acomodará el Real Madrid, junto a la curva norte y a 50 zancadas del aparcamiento de su autobús. Vendrá bien en el caso de que haya que salir ligeros.

Lo demás se ve y se escucha. El estadio se cubre con una techumbre de tubos y paneles metálicos que hace retumbar los rugidos de la hinchada. También cuenta, sobre los banquillos, con un balcón, casi pasarela, donde se reúnen vips, patrocinadores y familiares. A quien divisen tras Mourinho será importante o millonario; seguramente ambas cosas.

Un templo.

El escenario es relevante, por eso me recreo. San Siro es uno de los templos del fútbol y lo que consiga aquí el Madrid será la confirmación de lo conseguido hasta ahora. También valdrá como proyección para el futuro.

Pero conviene no perder la perspectiva. Hoy no importan los achaques del Milán, ni los años de sus jugadores, ni las horas de discoteca de Ronaldinho. Tampoco cuenta el baile en el Bernabéu. Esta noche también juega la leyenda y el viejo Giuseppe Meazza es un lugar donde jamás ha vencido el Madrid en competición oficial; aquella famosa exhibición de Guti (1-4), hace diez años ya, fue en el partido que celebraba el Centenario milanista.

Lo que sí queda claro es que para Mourinho no caben más incentivos. Interista, madridista y a una victoria de hacer historia. Frente al Milán. La ocasión de hacer felices a dos aficiones, otra medalla, más chinchetas en más territorios, Napoleón de Setúbal.

Reto.

Y puestos a mencionar ambiciones y egos, es obligado hablar de Cristiano: se presenta en el mejor momento de su carrera y consciente de que la cita puntúa para el cetro mundial. En términos más concretos, está a un gol de los 24 de Figo en Copa de Europa y a 22 de Eusebio.

En los respectivos equipos no hay sorpresas. El Madrid formará con los once fantásticos y el Milán con Ronaldinho. Ni sus incursiones nocturnas ni sus críticas al técnico le han borrado del partido. Resulta razonable. Si lo tienes es para esto, para nada más.

San Siro es una caja fuerte. Sólo en la tribuna opuesta al palco hay una rendija para ver el cielo. No es una concesión. La grada no se pudo hacer más alta porque linda con el hipódromo. Cuádrigas, sólo eso nos faltaba.