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Liga BBVA | REAL MADRID 6 - DEPORTIVO 1

Un Real Madrid brillante

El Madrid completó el mejor partido de la temporada contra un inocente Deportivo, que apenas opuso resistencia. Los goles fueron una consecuencia del buen juego del equipo de Mourinho, que hizo debutar al canterano Juan Carlos.

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<b>DOBLETE.</b> Cristiano Ronaldo abrió y cerró la cuenta. Suyos fueron el primero y el último gol del Madrid.
DOBLETE. Cristiano Ronaldo abrió y cerró la cuenta. Suyos fueron el primero y el último gol del Madrid.REUTERS

El Real Madrid había consumido un mes de competición con sus aficionados más entretenidos con las actuaciones de su técnico, José Mourinho, en las conferencias de prensa que con el juego del equipo. Los momentos para el disfrute habían sido tan escasos que cada encuentro sólo servía para alimentar las dudas nacidas en el partido anterior. La decepción que generaba el juego sólo intentaba ser contrarrestada con el argumento de la estadística, de los puntos, se apelaba a la provisionalidad de un proyecto en construcción. Necesitaba el Madrid un encuentro brillante que le conectara con la afición y que elevara la autoestima del equipo al nivel que la tiene su entrenador. Ese momento lo encontró contra un ingenuo Deportivo, que le puso una alfombra roja hacia la victoria. Un triunfo tan brillante como contundente, indiscutible desde los números, pero sobre todo desde el juego. Se vio contra este inocente Depor al mejor Madrid del curso, al más certero en el remate y al más lúcido. Y todo ello llegó sin trivote, mirando más hacia la portería contraria que a la propia.

El partido dibujó el panorama ideal para este Madrid, que apenas tardó cuatro minutos en solucionar el choque. Se anticipó Cristiano a Lopo en un córner lanzado por Özil y con ese gol se acabó cualquier resistencia del Deportivo y se creció de tal manera el Madrid que terminó arrollando a su rival. Con ese gol se quitó ansiedad Cristiano y se la quitó al equipo, pero no le sirvió para encontrar la solidaridad, virtud que le atribuyó Mourinho, pero que Cristiano mantiene bien escondida.

De ahí al final todo fue una feliz cuesta abajo para el Madrid, que dominó con una autoridad incuestionable, apoyado en su juego y en la nula resistencia de un rival que nunca le discutió el control del partido. Hay que reconocer que de inicio el Deportivo no tuvo miedo a tener el balón y por momentos pareció decidido a discutirle la posesión al Madrid. Esa efervescencia quedó seriamente tocada con el primer tanto y desapareció por completo con el segundo.

Hay que anotar evidentes síntomas de mejora en el Madrid y quizá el más evidente, además de la efectividad en el remate, fue la movilidad de sus jugadores, una simple cuestión de actitud que facilita la vida de todo el conjunto y complica la existencia al contrario. Los jugadores del Madrid se movieron más en ataque y de ese cambio de nacieron más opciones de pase. Con espacios el Madrid disfruta, se siente cómodo y hasta se gusta.

Cristiano, Di María, Özil e Higuaín se asociaron y combinaron con la impagable ayuda de escuderos de lujo como Ramos y Xabi Alonso, el hombre que da equilibrio al equipo, quien hace que todo funcione y gire en la dirección adecuada.

De una gran combinación entre Cristiano, Higuaín y Özil nació el segundo gol del Madrid, convertido por el alemán con una definición perfecta. Diez minutos después, a un excelente pase de Xabi Alonso le siguió un magnífico centro de Higuaín y un mejor cabezazo de Di María, que sigue conectado con el gol, aunque a su juego le falte la continuidad que tan necesaria será otras tardes. Cuanto más tiempo pase cerca de la banda izquierda más crecerá el juego del argentino, que sufre y desaparece en exceso por la derecha. No es Di María uno de esos futbolistas que se sienten cómodos actuando a pierna cambiada.

Sólo se había consumido media hora y la goleada más que adivinarse comenzaba a ser una realidad. El paso por los vestuarios, que Mourinho aprovechó para retirar a Khedira y dar entrada a Lass, no disminuyó la voracidad del Madrid ni espabiló al Deportivo, que recibió dos goles más en el siguiente cuarto de hora. El primero de Higuaín, que también disfrutó de su momento de gloria después de un buen pase de Di María, que había recibido de Ramos. Sergio se incorporó al ataque con la frecuencia y el criterio que se requiere de un lateral. Es cierto que no tuvo demasiada oposición, pero supo elegir los tiempos. El siguiente tanto lo firmó Zé Castro en propia puerta y es que hasta en eso le fue esquiva la fortuna que esta vez decidió caminar de la mano del Madrid.

Antes de todo ello pudo haber marcado Lassad, que aprovechó un resbalón de Carvalho para encarar a Casillas, cuyos servicios no se habían requerido hasta entonces y que salió triunfante del mano a mano. No pudo evitar el tanto de Juan Rodríguez a diez minutos del final, un gol que no sirvió para maquillar la pobre imagen ofrecida por su equipo.

Aprovechó Mourinho la tranquilidad de esta lluviosa noche para dar minutos a Granero, sustituto del inspirado Özil y al que el Bernabéu despidió con una gran ovación, y para hacer debutar al canterano Juan Carlos, que ocupó el sitio de Di María.

Y con el encuentro casi consumido llegó el sexto, firmado por Cristiano, que cerró con ese gol el mejor partido de Madrid.