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Mundial 2010 | Asamoah Gyan

Sólo Nelson Mandela pudo consolarle

Actualizado a
Gyan, ayer con Mandela.

El África Negra soñaba con que Ghana lograra representarles hasta la final del Mundial. Sus esperanzas residían sobre las espaldas del delantero ghanés Asamoah Gyan (Accra, 1985). Pero, ante Uruguay, el destino volvió a jugarle una mala pasada a Baby Jet, como se conoce al jugador del Rennes. Y no es la primera vez, por cierto.Criado en los suburbios de Accra y diamante en bruto desde que accediera a la academia de los Liberty Professionals, Gyan siempre ha tenido una intensa relación de amor-odio con su país. Antes incluso de ser mayor de edad, el Udinese lo fichó tras verle en un torneo juvenil y eso ayudó a que debutará con su selección a los 17 años. En aquel duelo, ante Somalia, ya marcó su primer tanto internacional. Su futuro era espléndido. Sin embargo, la falta de minutos le condujo al Módena, en la Serie B, con el que se recuperó.Tanto, que en Alemania 2006 entró en la historia por convertirse en el primer goleador de Ghana en un Mundial. Fue en la victoria ante la República Checa (2-0), en la que, por cierto, también falló un penalti, su punto débil. Desde entonces se erigió en ídolo para muchos, aunque también en villano para otros. Sobre todo porque Ghana lo convirtió en el centro de las críticas en la Copa de África de la que fue anfitrión, en 2008. Tras un partido ante Namibia, en el que falló innumerables ocasiones, su familia recibió amenazas y tuvo que requerir de protección policial. Cecilia Love, su madre, enseguida salió a defenderle: "Su único problema es que es joven. Dará mucho a este país".No le faltaba razón. Su traspaso al Rennes por 8,5 millones le dio confianza y su nombre retumbó este año en la Copa de África, en la que marcó en cuartos y en semifinales hasta llevar al país al subcampeonato. El Mundial le esperaba con ganas. Tras marcar en la prórroga en octavos ante EEUU, declaró ser el "hombre más feliz del mundo", pero el penalti errado ante Uruguay en la prórroga le devolvió a las catacumbas. Sólo su ídolo Nelson Mandela, ayer, pudo consolarle. Nunca pensó que conocería a Madiba por una cosa así.