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Liga BBVA espanyol-barcelona

El Espanyol desactiva al Barça y decide que hay Liga

Partido valiente y heroico del equipo de Pochettino, que fue mejor que su vecino en la primera mitad y resistió el arreón final blaugrana. Cornellà sacó de quicio a Alves, expulsado. Guardiola fotocopió sin éxito su esquema del Bernabéu.

Luis Nieto
Actualizado a
El Espanyol desactiva al Barça y decide que hay Liga
AP

Al grito de "Cataluña es más que un club", el Espanyol decidió que hay Liga. Fue el de Pochettino un equipo crecido, organizado y orgulloso, un grupo con una misión: acercar la permanencia un pasito más y hacerle una gotera al vecino. Si Laporta cuenta como título el 2-6 del Bernabéu, el Espanyol ha hecho doblete con aquel gol de Tamudo en el Camp Nou y su heroico empate en Cornellá. Guardiola pretendió fotocopiar su éxito del Bernabéu y no le salió.

Fue una labor de todo el espanyolismo desenchufar al Barça de su fútbol y de sus obligaciones. Un labor valiente, por cierto. El perico siempre le encuentra un plus al derbi. En Sarriá, en Montjuïc, en Cornellà o donde toque. Y le presta un valiosísimo andamio al equipo para auparse a la altura de su rival incluso cuando éste, como ahora, esté en la cima de su historia.

En esta ocasión saltaron juntos al escenario el público y el equipo, que se sintió en la obligación de responder con entrega máxima, vigor y rigor táctico hasta colocarse por encima del líder, hasta presionarle atrevidamente donde ningún otro equipo lo ha hecho esta temporada.

El Barça se dibujó como en la segunda mitad del Bernabéu (Puyol de lateral zurdo, Maxwell de extremo), con el único cambio de Touré por Keita. Eso explica bien la altura a la que Pep colocó al Espanyol, pero ese once le ofrece al Barça menos jerarquía sobre los partidos. Forlín y Baena, dos pivotes de quite, desconectaron a Pedro y Messi de Xavi, y Maxwell pierde valor tan al norte de la alineación blaugrana.

Esto y un punto óptimo de motivación fue lo que puso el astuto Pochettino. Y el público también cumplió con su parte, al desactivar a Dani Alves, un futbolista con el punto de ebullición demasiado bajo y que hirvió ante los gritos poco educados de la grada. A ratos, al brasileño le sacó del partido su carácter.

Así, el Espanyol le hizo antipático el duelo al Barça y le dio incluso para asomarse con peligro, esporádicamente, al balcón de Víctor Valdés. Osvaldo convirtió en bala perdida un balón dulce dentro del área; Luis García rozó la escuadra en un lanzamiento de falta; Verdú, de crianza culé, no cazó de pleno un cabezazo franco, y Osvaldo perdonó la gran ocasión, al rematar contra Valdés y el palo un envío franco de Callejón. Todo lo demás lo abortó un colosal Piqué, bandera del Barça en Cornellà.

El Barça ofreció menos. Un centro chut de Pedro que se columpió sobre el larguero y un remate cruzado de Maxwell que atrapó sin problemas Kameni resumieron sus méritos. Messi se presentó en el partido a dos minutos del descanso, con una correría por la izquierda que no encontró rematador. Cornellà hizo desaparecer al mejor jugador del mundo durante un tiempo.

Los apuros

La vuelta del descanso no ablandó al Espanyol y Guardiola renunció al extraño plan que funcionó en el Bernabéu e hizo aguas en Cornellá. Esa no es la cara del Barça. Entraron Keita y Henry, en un movimiento de tierras de devolvió a Puyol al centro y a Mawell al lateral izquierdo. Ya estaba el Barça al que admira el mundo, pero duró un suspiro. Apenas cinco minutos de dominio y otro cambio de escenario con la expulsión de Alves, definitivamente derrotado por la presión del público.

Al Espanyol empezaron a abandonarle las fuerzas, se hizo algo más permeable atrás y sacó menos manos arriba. Lo vio Pochettino y mandó el enésimo mensaje valiente, al retirar un enganche, Verdú, y meter un punta, Iván Alonso, en el momento en el que el Barça entendió definitivamente que el empate era una derrota (diga lo que diga Laporta), una transfusión de moral para el Madrid. En el arreón final entró Ibrahimovic y tuvo el 1-0 Osvaldo en un cabezazo potente y demasiado alto.

Pero a partir de entonces apretó de firme el Barça en los únicos diez minutos en que anduvo reconocible y sufrió el Espanyol, aculado ante Kameni, pero aguantó (no ha encajado un solo gol en casa en la segunda vuelta) un punto que le supo a victoria. Como al Madrid.