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Liga de Campeones | CSKA 1 - Sevilla 1

El visado se sella en Sevilla

Un obús con veneno de Mark retrasa los cuartos. El balón despistó a Palop. Los de Jiménez pudieron sentenciar. Conexión Navas-Negredo en el gol.

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El visado se sella en Sevilla

Obsesionado con la peor nevada de los últimos 50 años en Moscú, el frío (-2) y las trampas del césped artificial, al Sevilla sólo se le pasó un detalle: el balón. Así que cuando Mark González disparó en el minuto 66 y el famoso balón de la Champions describió una trayectoria de verdad imposible para Palop, Andrés recordó aquellas palabras de Casillas: "los balones de la Champions son poco fiables". Sólo ese pequeño detalle privó al Sevilla de sacarse el visado para cuartos. Le tocará rematar en el Pizjuán y si es por los primeros 65 minutos, puede estar tranquilo. Más rodado, más experto, más equipo, el Sevilla jugó suelto y casi relajado en Luzhniki, el monumento que se preparó el comunismo para los Juegos del boicot. El tartán que le rodea era una montañita de nieve que al fin empieza a deshelar. También pareció derretirse el CSKA, todavía orgullo de los militares y algunos nostálgicos rusos. Porque el CSKA pareció muy poco en la primera parte. Cándido, con poco ritmo, inquietó a Palop lo mínimo. Tuvo un par de detalles de Honda, el japonés que ha costado un dineral del Venlo y la velocidad de Mark. Krasic, la figura serbia que quiere jugar en el Madrid, fue atado en corto por Fernando Navarro, especialista en la materia. En realidad, Krasic pareció bastante menos que Navas, que encaró dos veces a Shennikov para conocerle y a la tercera lo burló para asistir a Negredo. Un pase perfecto, una jugada decisiva más para un jugador inmenso que puede sentarse a hablar en la mesa de nobles de la Champions. En realidad, anoche sólo sacó unas latitas de caviar en Moscú. Se lleva más para el Pizjuán, a veces le faltan socios que puedan jugar a su velocidad.

No había ninguna señal inquietante para el Sevilla, que incluso encontró un aliado en una hierba en la que el balón se desliza fugaz pero no da un mal bote. El Sevilla había jugado casi en tierra en San Petersburgo y Moscú (Lokomotiv) en sus dos últimas visitas a Rusia, así que aceptó el cambio encantado. Todo esto con Luis Fabiano en Sevilla y Kanouté tapado con la manta en el banquillo del tricolor Luzhniki. La munición esta vez era cosa de Negredo.

Valía tanto el 0-1 y se vio el Sevilla tan bien que Stankevicius se animó a disparar y Fernando Navarro a probar suerte con alguna galopada. Atrás les hacía la retaguardia un mariscal, Federico Fazio, futbolista de categoría superior cuando le respetan las lesiones, futuro central de Argentina, tal vez incluso en el Mundial si Maradona tiene más ojeadores que sistema. Se intuía tanto el 0-2, la comodidad de la vuelta, la seguridad de hacer historia después de 104 años, que el Sevilla quiso rematar el partido y abrió un huequecito. Por así se coló el obús de Mark González, ex bético que no sintió mucho los colores a su paso por Sevilla pero que dijo: "Es un mini-derbi". Indolente, intermitente, pero con un don para el fútbol, lanzó un obús del que Del Bosque puede tomar buena nota para el Mundial. Y el Sevilla, que tan bien había vivido, que se había olvidado de la hiera artificial y de los elementos, se dio cuenta de que para tener gloria en la Champions hay que sufrir. Así que frío de Moscú más infierno del Pizjuán, visado a cuartos. No debería ser de otra manera.