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Liga BBVA | Real Madrid 3 - Espanyol 0

El Madrid se lo pasó bien

Granero impulsó al equipo e Higuaín remató la faena. Antes marcaron Sergio Ramos y Kaká. En el Espanyol destacó Javi Márquez Benzema, gris

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<b>LO INTENTÓ TODO. </b>Raúl estuvo a punto de marcar. Tres cabezazos a los que Kameni respondió con paradas (una acabó en el gol de Kaká), y un remate alto con la izquierda.
LO INTENTÓ TODO. Raúl estuvo a punto de marcar. Tres cabezazos a los que Kameni respondió con paradas (una acabó en el gol de Kaká), y un remate alto con la izquierda.

El Bernabéu regala, de vez en cuando, noches sorprendentemente apacibles. Nadie se molesta, nadie se lastima y ni siquiera el árbitro es protagonista, aunque no le falte vocación. La paz se comprueba científicamente buscando en el uniforme de Casillas aquellas manchas del césped que las abuelas llaman verdín. Cuanto menos verdín, más tranquilidad, armonía y mejores defensas. No es casualidad que el Madrid encadene cuatro partidos en casa sin goles.

En el análisis del Espanyol, al margen del marcador (esa vulgaridad), diremos que dejó una estupenda impresión Javi Márquez, un organizador muy zurdo y muy competente. Más que un talento es una esperanza, porque alrededor de un jugador así se puede construir un equipo. Osvaldo, al que se esperaba con interés, sólo dejó impresión en los riñones de Albiol y el resto fue Kameni, algo de Marqués, orden colectivo y aseo personal, lo que se traduce, con matemática precisión, en los tres goles que cayeron.

En el Madrid rotaron los protagonistas y quien fue héroe en Riazor dejó paso a otros galanes. Porque Guti no tenía su día y basta. Parecía con ganas y tiró varios taconazos para calentar, pero cuando no le interceptaban el pase se le caía un piano encima. Fue sustituido en el minuto 68 por Lass y la rabia que le dio nos deparará nuevas genialidades. Funciona así.

Granero fue el mejor esta vez. Tenía el interior del pie derecho untado con mermelada y cada balón le salía dulce, gritando cómeme. Es evidente que en su cabeza hay un nuevo interruptor encendido, como si hubiera entendido algo de pronto o escuchado una voz profunda, carpe diem.

Sergio Ramos fue el primero en aprovechar sus pases al área. No habían pasado cinco minutos cuando saltó, aguantó la carga del defensa y giró la cabeza de comanche. Le hizo mucho bien marcar porque es un futbolista al que sólo le falta confianza. Su caso, no obstante, es especial. Igual que otros jugadores necesitan aprender, él debe desaprender, liberarse de los complejos de la banda ("sube mal, defiende poco"), recuperar la frescura y volver a los 18. El viaje no será largo si pensamos que sólo tiene 23.

El balance de los galácticos fue desigual. Kaká se salvó por el gol y la disposición; Benzema no tuvo quien le salvara. Debe ser cierto que Raúl le intimida, pero su apatía ya empieza a ser enfermiza. Quien parecía el rey de los pesos pesados, se ha quedado en un boxeador con la mano de piedra, apenas eso. Y el contraste con el Raúl del Bernabéu le deja en la peor posición posible. Porque Raúl zumba, persigue y muerde, y si no salió por la puerta grande es porque Kameni le sacó tres cabezazos, incluido el que propició el tanto de Kaká.

El otro.

Cuando nos solazábamos con la disputa entre joven y viejo, Higuaín los devoró a los dos. Entró por Benzema y marcó 18 minutos después, tan fácil como últimamente, doce goles en Liga, gran remate y definición quirúrgica.

Al Espanyol le quedó que la segunda mitad fue reñida y que Iván Alonso rozó un palo. Pero ayer tocaba noche apacible en el Bernabéu. Poco susto, escaso verdín.