Doce jornadas le ha costado al Atlético conseguir dejar su portería a cero. El Espanyol de Pochettino ha sido el primer rival que no le ha marcado a los rojiblancos. Quique ha tardado cuatro jornadas en encontrar la tecla y parece, tras lo visto el domingo, que ha encontrado ya un modelo a seguir. Nada más aterrizar prescindió de la defensa adelantada que tantos quebraderos de cabeza le había dado a Abel. Ahora se trata de mantener una distancia siempre uniforme con respecto al poseedor de la pelota moviendo las líneas como un acordeón para exponer menos a Asenjo. Pero el equipo seguía encajando goles.

Robusto. Quique ha venido evaluando los efectivos con los que cuenta y los errores que han cometido, y ya ha dado síntomas de que no va a transigir más. Los damnificados han sido Pablo, que quedó marcado tras el penalti cometido que le costó al equipo un punto en Riazor, y Antonio López al que achaca falta de rigor defensivo.

Es por ello que Quique ha apostado por una fórmula a la que cada vez más equipos se suman: componer la zaga con cuatro centrales (Ujfalusi, Perea, Juanito y Domínguez). Para ello no ha dudado en dar continuidad al canterano en claro anuncio de que jugará el que cumpla con su cometido sin importar su experiencia. Una de las causas de esa elección es la fragilidad a balón parado y la falta de contundencia que el equipo seguía evidenciando dentro del área.

En A Coruña el equipo acusó falta de solidez en el juego aéreo y los jugadores gallegos remataron, prácticamente, en todas las jugadas de este tipo de las que dispusieron. El Atlético dejó por fin el domingo su portería a cero, pero, junto al Tenerife, sigue siendo el equipo más goleado de la Liga con 24 tantos en contra.