El Alcorcón hunde el Titanic

Copa del Rey | Real Madrid 1 - Alcorcón 0

El Alcorcón hunde el Titanic

El Alcorcón hunde el Titanic

El Madrid vuelve a caer contra un Segunda B. Gran partido del equipo de Anquela. Pellegrini se condenó al sustituir a Lass. El gol, de Van der Vaart.

Desde que el Madrid perdió la final de Copa en 2004 hay algo que no termina de funcionar y que no arreglaron las dos Ligas conseguidas desde entonces. Se trata de un deterioro profundo, diría que filosófico. Es un hecho que el club ha perdido algo que le castiga tanto como eleva a sus rivales. Sólo así se puede explicar que en dos años consecutivos y con diferentes presidencias y direcciones deportivas haya sido eliminado de la Copa por equipos de Segunda B. Hay algo que falla y que perdura.

No obstante, hay más problemas que los filosóficos. Ocho de los once futbolistas que saltaron ayer al campo formaban parte de la plantilla de la pasada temporada. Sólo tres (Arbeloa, Albiol y Kaká) representaban el nuevo proyecto. Y no pretendo señalar nombres (jugaron mal unos y otros), sólo mayorías. Es difícil cambiar el espíritu de un grupo desde el 27%. Si fue culpa de Pellegrini prescindir de Granero y no convocar a Xabi y Benzema, los otros emblemas de la renovación, las culpas se reparten con Valdano y Pardeza a la hora de considerar apta una plantilla de mayoría reincidente.

Pero no quisiera continuar sin hablar del Alcorcón, sin rendirle homenaje, sin destacar que en lo suyo no hay nada de fortuito. Ese equipo no se ha encontrado con un billete en el suelo, ni tampoco se podrá decir que ha tenido el arrebato de valentía e inspiración que nos atrapa, de tanto en cuanto, a las personas normales. No. El Alcorcón ha forjado su suerte con trabajo, talento y entusiasmo, seguramente por ese orden.

Estilo.

Anoche quedó claro. Desde la inferioridad del visitante en el Bernabéu y desde la posición del explorador en el puchero, el Alcorcón jamás traicionó ni su estilo ni su intención: jugar, salir tocando, tomar oxígeno al contacto con el balón. Sin trucos y sin miedo, vivir o morir felices, pero felices.

Así resistió el forastero el primer arrebato del Madrid, un toque de corneta que tuvo en un disparo de Van Nistelrooy la mejor ocasión. Por allí apareció por vez primera Juanma, que es un portero de Primera extraviado en la Segunda B, un ejemplo magnífico del efecto demoledor de una mala mano de cartas, de los caprichos del destino.

El Madrid se fue aflojando con el paso de los minutos. Pasado el primer ardor, quedó un equipo insuficiente, con Lass recluido en el lateral derecho, con un doble pivote plano (Diarra y Gago) y con Arbeloa encomendado a una tarea ofensiva que le corresponde a Marcelo. Antes que un problema de goles era un grave problema de fútbol.

Acuciado por el público, el arreón fue más constante en la segunda mitad. Dos tiros fueron al larguero, media docena al limbo y el resto los paró Juanma. El siguiente tiro se lo pegó Pellegrini al sustituir a Lass, el mejor futbolista sobre el campo. Parte del estadio sacó pañuelos y pidió su dimisión.

El gol de Van der Vaart en el minuto 80 aplacó los ánimos porque la gente es soñadora. Pero cuando Nagore rozó el empate volvió la indignación y se transformó en ironía. Hubo olés para los pases del Alcorcón y, al final, sincera ovación para el octavofinalista. El Madrid está fuera otra vez. De la Copa y de la realidad.