Fracasa Mandiá y su revolución

Liga BBVA | Racing 0 - Athletic 2

Fracasa Mandiá y su revolución

Fracasa Mandiá y su revolución

Cambió por orden de Pernía pero, ni así, gana este Racing gris. Gurpegi marcó de cabeza e Iraola machacó de penalti. El Sardinero no aguanta más.

Cuatro derrotas en El Sardinero y un empate. Una victoria en once partidos oficiales. Ningún encuentro sin dejar la portería a cero. Un Racing que está en el pozo de la Liga y en el abismo de la Copa. Ésta es la carta de presentación de Mandiá en Primera por la que será destituido en las próximas horas. Podría señalarse al Athletic como el culpable de la situación del equipo cántabro tras su plácida victoria de ayer. Pero no. Simplemente ha sido el último y decisivo adversario que se ha beneficiado de las carencias de un equipo sin alma ni sello. Gurpegi e Iraola, goleadores en Santander, pueden certificarlo.

Mandiá accedió a revolucionar el once tras las órdenes dadas por Francisco Pernía el pasado miércoles. Puso un once plagado de novedades con el debut de un canterano en la defensa, aderezado con dos delanteros centros y con Munitis relegado a la grada. Fue atrevido, aunque su valentía parece que ya llega tarde. Modificar sin convicción y coaccionado por el entorno le deja en mal lugar para los restos. De haber ganado, su credibilidad en el vestuario hubiera sido ya mínima, si no lo era ya; y de haber perdido, como sucedió, a buen seguro que hará la mudanza con la conciencia revuelta por caer con unas ideas donadas.

Inicio engañoso.

El equipo verdiblanco comenzó bien, incluso fue mejor. Y estas buenas sensaciones hicieron que la grada creyera y que el técnico respirara. El primer paso ordenado por el presidente estaba dado: la imagen era otra. Sólo faltaba, para confirmar la metamorfosis prometida, que el resultado acompañara. Hilvanó jugadas, pisó el área e intentó rematar para conseguirlo. Luis García se echó el equipo a las espaldas, apareciendo entre líneas y asistiendo al hueco. Geijo entendió su baile; Tchité y Serrano no. Así, la falta de pegada fue evidente, por lo que únicamente aguantó hasta el mazazo de Gurpegi en la enésima jugada mal defendida a balón parado.

La acción fue originada y a la vez finalizada por Christian. Primero hizo una falta en su banda y, una vez botada magistralmente por Castillo, hizo la estatua para que Gurpegi rematara. Su indolencia, y la timidez de Toño en el área para salir, fueron claves. Era la primera aproximación rojiblanca. Y también fue decisiva. 0-1. Mismos fantasmas e idénticas soluciones.

Ahí se empezó a crecer el conjunto de Caparrós, experto e inteligente, apoyado en un Amorebieta insuperable y en un medio campo bien organizado y solidario. Gurpegi, volcado a la banda para tapar a Serrano, no sólo cumplió con su cometido sino que, además, tapó líneas de pase, ayudó a su lateral y lanzó a los delanteros. Lo de Orbaiz fue mejor. Ató a Lacen y distribuyó con arte. No fue un Athletic brillante, e igual se puso por delante con pocos méritos, pero se agrandó con maestría. Y lo más importante: supo dormir el choque cuando debió y acertó a matarlo en el momento que marcaba el guión.

El desenlace.

El Racing, tras encajar el primer tanto, intentó resucitar con casta. Lacen desde lejos y Tchité tras un centro de Luis García rozaron el empate. Hubo reacción hasta que el descanso enfrió el ardor y rescató las dudas. De Marcos entendió esa falta de confianza local y pudo rematar la faena con una jugada prodigiosa que sólo el pie de Toño deslució. El Racing aún tenía vida, hasta que volvió a cometer otro error absurdo al hacer penalti sin deber a Ion Vélez. Lacen, Pinillos y Moratón ponían barreras a su carrera. Y, aún así, el francés lo derribó. Iraola sacó el estoque y propició que El Sardinero entonase el ¡Mandiá, vete ya! Eso sí, con poca intensidad. Fue un cántico sin fe. Como si ya no hiciera falta reivindicar nada y todo estuviera visto para sentencia. Quizás se sabía este final desde el momento en el que el técnico gallego no quiso morir de pie y eligió agonizar arrodillado.

Torrejón estuvo 7' en vestuarios

El Racing jugó con diez jugadores durante siete minutos. Torrejón se llevó un cabezazo de Ion Vélez y tuvo que ser atendido dentro de los vestuarios por los médicos para cerrarle la herida y ponerle una protección. Torrejón dejó el césped en el minuto 38 y regreso al terreno de juego en el 45. En esos minutos, Mandiá ordenó una defensa de tres.