Estoy muy, muy feliz de entrenar al Atlético", esas fueron las primeras palabras como rojiblanco de Quique Sánchez Flores a AS nada más firmar su contrato hasta final de temporada, que se renovará si llega a Champions. Eran las 11 de la noche y todo eran sonrisas tras 48 horas intensas que incluyeron la renuncia de Laudrup, los coqueteos con Spalletti, la confirmación de Abel el jueves por la noche para echarle ayer por la mañana y unas negociaciones de seis horas entre Pitarch y Manolo García Quilón para cerrar el contrato de Quique. Casi ná.

Lógicamente, a ese ritmo al Atleti se le echó el tiempo encima y esta tarde, ante el Mallorca, el entrenador será Santi Denia, hasta ayer segundo de Abel. Quique, que será presentado en el Calderón el lunes a las 10:30, lo verá en el palco y debutará el martes en el partido de Copa en Marbella.

Y entre tanto ruido, hay un partido. Uno muy importante, además, porque el Atleti puede acabar la jornada en descenso si no gana al sorprendente Mallorca de Manzano, ese hombre al que cada verano le desmontan el equipo y siempre lo arregla. Por ahora, va quinto aferrado a una sólida defensa, el liderazgo de Borja Valero y los goles de Aduriz, que hoy será baja. En el Atleti, Santi no hará revoluciones. Esa tarea le toca a Quique a partir de mañana.

Brilló en el Getafe y cumplió luego en el Valencia y el Benfica

Después disputar 304 partidos de Primera como lateral de Valencia, Madrid y Zaragoza y ser quince veces internacional, Quique (Madrid, 2 de febrero de 1965) dio el salto a los banquillos en el Real Madrid juvenil. Después, Ángel Torres le eligió para dirigir al Getafe en la temporada 04-05, el debut del club azulón en Primera y Quique le salvó con holgura y buen juego. El Valencia le contrató ese verano y en sus dos campañas le metió en Champions, pero su desencuentro con parte de Mestalla provocó sus destitución en la novena jornada de la 07-08. El curso pasado, dirigió al Benfica y ganó la Supercopa portuguesa.