Raúl, tú y nadie más

Real Madrid - Milán | La contracrónica

Raúl, tú y nadie más

Raúl, tú y nadie más

El Milán logró su primera victoria en Copa de Europa en el Bernabéu. Con sus 'viejitos' y Pato desnudó a un Madrid que sólo tiene el orgullo indomable de Raúl y sorpresas como la de Drenthe. Sin Cristiano, pánico en el estadio...

El 7 Galáctico. No es producto del márketing, no necesita campañas publicitarias ruidosas para promocionar su imagen, no se acuesta más tarde de las once de la noche, duerme con oxígeno de la montaña para eternizarse el tiempo que sea preciso (ojalá le dure cinco años más), se toma cada partido como si fuese el último de su carrera, le roba la cartera a los porteros con la picardía que jamás tendrán los novatos (Benzema, mírate el vídeo y aprende), se pone a tirar los córners en vista de que Pellegrini debió olvidar que los entrenamientos de Valdebebas están para determinar quién los lanza, se parte la cara con Nesta tras recibir una colleja traicionera y cobarde de Ronaldinho, inflama a la grada para evitar que el sonrojo sea mayor todavía y, si se lo hubieran pedido, habría corrido rápido a apagar las luces del Bernabéu para que pronto se olvidase la pesadilla vivida anoche en mitad de la tormenta imperfecta. Raúl I de Europa es todo en este Madrid de mucha lentejuela y poca testosterona. Ser un crack no significa que te lo digan machaconamente en los telediarios. Una estrella es el que cada día alimenta los argumentos para considerarle como tal. Y en este Madrid más perdido que Marco buscando a su mamá en mitad de la Pampa sólo se salva el 7X7, el capitán de todos los tiempos, Raúl González Blanco. Su gol de pillo (sólo le recuerdo algo así a Gerd Müller y a Leivinha) fue un espejismo que tapó durante una hora la vergüenza que esperaba a la vuelta de la esquina...

¡Vuelve CR9!. Raúl, no te vayas nunca por favor. Cuando lo hagas, déjame un hueco en tu carro de fuego para irme contigo. Sin ti, no hay nada. Perdón, sí queda una esperanza: Cristiano Ronaldo. Y otra: Higuaín.

Pato a la milanesa. El 7 rossoneri ganó el duelo directo a Benzema. El francés está aturdido y no coge la onda. Pato, joven y rutilante como él, se adueñó de la escena en un segundo tiempo en el que machacó al Casillas más inestable que este servidor recuerde. Iker, no nos falles. Si tú cedes, se resquebraja el muro. Pero las fisuras tienen muchos más nombres. Sergio Ramos, náufrago perdido en esa banda que empieza a parecer eso (una banda). ¿Y Kaká? Le admiro por su temple y elegancia, que me recuerdan cada vez más a Martín Vázquez, pero hay que abrirle ya la página del Libro Blanco que aún no ha leído nadie al astro brasileño: la del orgullo vikingo.

Platinato. A Platini le pregunté antes del derrumbe que me gustaría saber su opinión sobre los cuatro penaltis hurtados al Chelsea en la semifinal con el Barça, y ni repitiéndoselo se dio por enterado. Si al final del partido le pregunto qué pasó con el penalti escamoteado al Madrid tras la doble falta de Zambrotta a Benzema, también me habría dicho lo mismo. Platini, tú como Villar. No engañáis a nadie...

Drenthe, chapeau. El patito feo de los fichajes que hizo Mijatovic levantó al Bernabéu. Sus apariciones explosivas y su oportuno gol (previa asistencia del de siempre) le congraciaron con una afición que valora las dos cualidades del holandés: juventud y atrevimiento.

Pellegrini, ojito. Míster, me exigen explicaciones los amigos de La Mortera Blanca, Villablino, Albox, Olaf El Vikingo, Espinosa de Navacerrada, Fuengirola, Rincón de Soto, Benavente, Avutarda Blanca, Astorga, Palas, Eurodís Picaña, Oropesa, 17 Blanco Tenerife, Calanda, Ferrari Blanco y La Bañeza. Están que trinan. Y quién no...