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Liga BBVA | Sexta jornada

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ENRIC FONTCUBERTA

La Liga parecía abocada al bipartidismo, pero el Sevilla se interpuso con su mejor argumento: derrotar al Real Madrid. El resultado deja al Barcelona como líder, aunque los culés sufrieron de lo lindo para superar al Almería. También lo pasaba mal el Atlético, pero por fin ganó y Abel se da una prórroga en el cargo.

Navas, el crack

Cristiano, Messi... Y Navas. La Trinidad de esta Liga menos bipolar. Subido en la moto del extremo de Los Palacios se ha metido el Sevilla en las quinielas para ganar el campeonato. Anoche, Jesusito convirtió la banda derecha del Pizjuán en una autopista hacia la victoria, con el brasileño Marcelo como protagonista o, mejor decirlo así, como espectador desafortunado. Poco a poco, el sevillista equilibra su mente y su carácter, que era lo que le faltaba para alcanzar la categoría de crack, futbolista capaz de inclinar de su lado cualquier partido. Ya no se adivinan en los ojos de Navas los miedos del adolescente y supongo que Del Bosque, a quien tanto gustan los futbolistas que lo bordan en las alas, sueña con el día en que el sevillano le dé el sí a las convocatorias de la Selección.

El Coliseum disfruta de sus dos Beckhams

Míchel era un guapo elegante y un diestro exquisito, sex symbol para mujeres de aquellas y estas generaciones. En muchos sentidos fue un prototipo de Beckham: pena para el madrileño que en sus tiempos no existiera aún internet. Ahora, ya desde el banquillo, Míchel se mira reencarnado en la estrella de su Getafe, Pedro León. Al murciano le apodan el Beckham de Mula, más que por atractivo (que lo es) porque golpea el balón con la misma mecánica que el inglés: barbilla inclinada, brazo estirado, pierna derecha en 90 grados, pierna zurda a la altura del balón y cuerpo hacia atrás. Míchel, Beckham, Pedro: chuts imparables, córners perfectos y quinceañeras suspirando.

Nivaldo: salvajada de cabezazo

Cristiano, Messi... Y Navas. La Trinidad de esta Liga menos bipolar. Subido en la moto del extremo de Los Palacios se ha metido el Sevilla en las quinielas para ganar el campeonato. Anoche, Jesusito convirtió la banda derecha del Pizjuán en una autopista hacia la victoria, con el brasileño Marcelo como protagonista o, mejor decirlo así, como espectador desafortunado. Poco a poco, el sevillista equilibra su mente y su carácter, que era lo que le faltaba para alcanzar la categoría de crack, futbolista capaz de inclinar de su lado cualquier partido. Ya no se adivinan en los ojos de Navas los miedos del adolescente y supongo que Del Bosque, a quien tanto gustan los futbolistas que lo bordan en las alas, sueña con el día en que el sevillano le dé el sí a las convocatorias de la Selección.

Llegó el primer gol y con él, toda la esperanza

Puede que Armenteros se ayudara de los brazos; puede que no haya nada de estético en meterla así, entre la espinilla y la puntera; y puede que el Málaga, tras empatar, mereciera ganar el partido. Da lo mismo. 496 minutos después, la afición xerecista cantó su primer gol en Primera. Liberó tensiones, espantó fantasmas y, seguro, se acostó repleta de esperanzas, ansiosa por cantar muchos más goles este año.

El personaje: Chico

Hugo orddenó marcajes individuales de Juanma sobre Iniesta y Chico sobre Xavi. Con ellos, el mexicano dio a entender que el Barça le asusta, pero también que existe un antídoto, por muy cavernícola que nos parezca. La clave estribó, sobre todo, en vigilar al de Terrassa, que dio sólo 33 pases, un tercio de los que suele aportar. Hugo se congratulaba de perder 1-0, de haber podido incluso empatar. Xavi se excusó mientras se reponía del shock de sentirse acosado durante 90 minutos: "Chico me seguía hasta en los córners". Cuando sonó el pitido final, Chico le pidió su camiseta. El almeriense se la puso y alguien que le vio salir del campo con el Xavi a la espalda escribió esta metáfora: "Tanto persiguió a su víctima que acabó convirtiéndose en ella".