El momento más emotivo de este Milán-Real Madrid se vivió antes del pitido inicial de Pierluigi Collina. Borgonovo, ex jugador milanista que sufre el mal de Gehrig, entró en el césped de San Siro apostrado en su silla de ruedas y con Maldini detrás empujando para acercarlo al centro del campo, donde le esperaban las Glorias del Milán y el Real Madrid Veteranos.

El que fuera campeón de Europa en 1990 sólo movía los ojos y sonreía. Todos los ex futbolistas del Milán le besaron y los del Real Madrid le entregaron una placa y una camiseta firmada. Borgonovo vivió el encuentro a pie de césped y mandaba mensajes a la grada a través del videomarcador: "Grazie Milano". Van Basten, otro de los más aclamados, se enfundó la camiseta, pero saltó al campo en vaqueros. El delicado estado de su rodilla no le permitió recordar viejos tiempos a los casi 30.000 espectadores que se dieron cita en San Siro.

Calidad.

A pesar de haber transcurrido más de 20 años de aquellos duelos europeos, los ex jugadores demostraron un perfecto orden táctico. Por momentos, el amistoso pareció ser jugado por fubolistas en activo. Un choque emocionante por el ambiente, pero interesante en el juego. El Buitre deslumbró con los movimientos de siempre; Sanchis estuvo perfecto saliendo desde el mediocampo (se llevó una gran ovación, como Butragueño, al ser sustituido); Amavisca demostró que todavía podría jugar con su velocidad por la izquierda. Y por el Milán, Baresi, el eterno capitán, jugó con el mismo sentido de la ubicación de antaño. Weah, con 20 kilos de más, se fundió a correr. Y el que más sorprendió fue Boban, por su estado de forma.

Faltaron Baggio (aquejado de un dolor de espalda) y Ancelotti (que tenía una reunión en Londres), pero se vio la magia de hace 20 años...