Arjen Robben ha tardado dos días en darle rendimiento al Bayern de Múnich. El holandés entró en la segunda parte y cuajó una excelente conexión con Ribéry, que también fue suplente, y le asistió en los dos goles que consiguió

Le hacía mucha falta al Bayern de Múnich un partido así. Una goleada que despeja todas las dudas en torno al equipo de Van Gaal. El técnico holandés, gracias a su nueva pareja de extremos, respira tranquilo al lograr su primera victoria en la Bundesliga, pues tan sólo había cosechado dos empates y una derrota hasta la fecha.

Para más inri, enfrente estaba el vigente campeón. Un Wolfsburgo que no se pareció al del año pasado. Apenas inquietó en la segunda mitad en dos grandes acciones de Edin Dzeko, en las que el poste y una gran intervención de Butt evitaron los goles.

Por entonces, Mario Gómez ya había puesto por delante al Bayern tras un error en el despeje de Diego Benaglio. En el descanso entró Robben, al que se le vio animado desde el principio, pero que no terminó de crear peligro hasta que le acompañó Ribéry. En apenas media hora, los dos se bastaron para sentenciar el partido.

El Wolfsburgo se fue a por el empate a la desesperada y dejó espacios, lo que aprovechó la pareja para asociarse y hacer los dos goles. En el primero, el holandés recibió la ayuda de Barzagli, pues su disparo, que iba a portería, rechazó en el central italiano. Ya a falta de diez minutos, tras un córner en contra, Robben recogió el balón en su campo, cedió para Ribéry y le acompañó en la carrera. Ya en el borde del área, el francés le asistió y el oranje no perdonó con la derecha tras dejar sentado al central y al portero.