Dalport no paga y Soler y Soriano ya son historia

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Dalport no paga y Soler y Soriano ya son historia

Dalport no paga y Soler y Soriano ya son historia

alberto iranzo

El club de Mestalla está ya más cerca de poder encontrar la paz social que necesita y que tanto tiempo lleva buscando. Anoche se dio un paso más ya que el máximo accionista no acudió a la ampliación y, una vez ésta se complete, perderá todo su poder, al igual que los dos ex presidentes.

Inversiones Dalport ya es historia. Y con él, Juan Soler y Vicente Soriano. El Valencia vivió ayer una jornada de ésas que debe marcar un punto de inflexión en la historia de la entidad de Mestalla que, de un plumazo, dice adiós a los que han sido sus dos máximos accionistas en los últimos años, así como a un grupo inversor que generó muchas dudas desde que apareció el pasado 4 de julio para hacerse con el 50,3% de los títulos, tras agrupar las acciones de Soler, Soriano y del grupo encabezado por Vicente Silla, y que anoche no acudió a la ampliación de capital con los 46 millones de euros que necesita abonar para mantener esa cuota de poder. De esta forma, y como se espera, cuando se completen los 92 millones de euros de la ampliación, Inversiones Dalport tan sólo controlará un pírrico 5,03% de las acciones. De ellos, a Soler le corresponderá un 3% y a Soriano un 1%.

Todo un fiasco económico para ambos, ya que, según Juan Soler, desembolsó 70 millones de euros para hacerse con sus títulos, que ya no le permitirán ser el máximo accionista del Valencia, mientras que Vicente Soriano invirtió 20 millones de euros para comprar sus acciones, más otros cinco que tuvo que desembolsar por el despido el pasado verano de Juan Villalonga.

Operación fantasma.

Lo que también ha quedado confirmado son las dudas que generó desde un principio Inversiones Dalport. La postura de fuerza que adoptó el Consejo de Administración encabezado por Manuel Llorente, que sólo estaba dispuesto a marcharse si el grupo uruguayo aparecía con el dinero, ha resultado determinante para desmontar a Dalport que, 48 días después de irrumpir en el Valencia, se marcha sin haber desembolsado ni un euro y tras haber convulsionado, tal vez por última vez, la realidad social ché.