La suerte está echada para el Atlético. Los rojiblancos pusieron punto y final a la pretemporada y desde hoy ya preparan su prueba del algodón particular, la eliminatoria frente al Panathinaikos. Sinama resolvió con una acción personal un choque en el que los futbolistas rojiblancos trataron de exponerse lo menos posible y, sobre todo, se afanaron en sortear los problemas que podría haber ocasionado un césped demasiado irregular. Abel cumplió con el plan previsto y dio minutos a casi todos sus jugadores importantes. Forlán dispuso de una hora para coger tono muscular e ir ajustando su punto de mira de cara al envite del próximo miércoles.

La afición de La Plana pudo así disfrutar de casi todas las figuras colchoneras en un partido jugado sin ritmo y con un calor que hizo mella en el esfuerzo de los dos equipos.

Pero de este duelo Abel pudo rescatar algunos detalles que le inclinan a pensar que su equipo llega listo a la batalla de Atenas. Pudo comprobar cómo su defensa se empleó con acierto en el achique. Las sesiones se suman y la precisión avanza, tanto que ayer Ulloa se acostó soñando con el amarillo y el rojo de los asistentes de Miranda Torres. El delantero argentino no pudo aprovechar ninguno de los malintencionados pases que Jonatan Valle le filtró brillantemente, porque el paso adelante de la defensa rojiblanca está ya muy ensayado.

Eso sí, le costó al centro del campo atlético anular al escurridizo mediapunta castellonense cuyo juego se asemeja mucho, salvando las distancias, al del capitán del Panathinaikos Giorgios Karagounis. Valle operó con libertad y a punto estuvo de marcar en la primera parte, pero De Gea detuvo su intento de vaselina.

El portero canterano debutó ayer por fin con el primer equipo y se mostró segurísimo. De Gea vive estos días la incertidumbre de no saber a ciencia cierta cuál será su futuro. El partido dejó también una anécdota extraña. Pocos minutos antes de que comenzara el partido el Rayo hacía oficial la llegada de Pacheco a préstamo desde el Atlético, pero Abel hizo jugar al argentino durante los últimos minutos del partido en Castalia. Fue la anécdota rara, porque la triste la protagonizaron los ultras del fondo sur del estadio que con sus gritos xenófobos hacia Cedric provocaron que Miranda Torres parara el partido durante unos instantes.