"¡Te miraba en la portería y se me hacía de noche!

El reportaje | Fotos con Leyenda

"¡Te miraba en la portería y se me hacía de noche!

"¡Te miraba en la portería y se me hacía de noche!

Fotos con leyenda. El 27 de mayo de 1972, Saporta ideó enfrentar a los chicos del fútbol y el baloncesto del Madrid para celebrar sus dos títulos de Liga. Los gigantes perdieron con claridad tras el doble duelo (249-168). Amancio y Luyk lo rememoraron en Casa Juan.

Hubo un tiempo no tan lejano (mayo de 1972) en el que Raimundo Saporta tuvo una idea genial desarrollada por otro par de genios (Miguel Muñoz y Pedro Ferrándiz). Era algo así como si los pajaritos disparasen contra las escopetas. Se trataba de organizar dos partidos entre hermanos de sangre y escudo. Real Madrid de fútbol contra Real Madrid de baloncesto. Ambos habían ganado la Liga y era una manera de darse el club un auto homenaje por tan insigne doblete. Pero el asunto tenía trampa. Los espigados chicos del básket tenían que jugar al fútbol en la extinta Ciudad Deportiva y los peloteros debían ponerse las camisetas de tirantes y botar la pelota para pasar por el aro bajo amenaza de hacer un ridículo sonado.

Ganaron los futboleros (249-168), con un baremo de puntuación que aún encona hoy, 37 años después, a dos de sus participantes más ilustres. Amancio Amaro y Clifford Luyk protagonizaron una foto sonada, en la que quedaban evidenciadas las diferencias de altura, que no de talento...

"Es curioso Clifford, pero no olvido que tú y yo fichamos por el Madrid el mismo verano, en 1962. Lo mío fue un empeño personal de Santiago Bernabéu. El Madrid pagó al Deportivo diez millones de las antiguas pesetas y varios jugadores, creo recordar que Antonio Ruiz, Miche, Cebrián y Betancort. Yo no sé lo que costarías tú, porque mira que Don Raimundo era generoso con vosotros a pesar de que iban a veros 4.000 y a nosotros 100.000. Con Saporta os vino a ver Dios...".

Luyk (Nueva York, 1941) utiliza su flema norteamericana para aguantar el embiste del Brujo (Coruña, 1939):

"Mira Amancio, por mí no pagaron nada porque hasta Syracusa fue personalmente Pedro Ferrándiz para convencerme. Yo era un chavalito de 21 años y él nos fichó a Bob Burgess y a mí con una conversación de cinco minutos. ¡Pero si yo apenas cobraba para pagar el alquiler del piso! Eres un cachondo Amaro...".

El gallego recurre a sus habituales regates diabólicos que le encumbraron como el mejor futbolista español de los años 60 y vuelve a dejar descolocado a su admirado Clifford:

"Sácame de esta duda. ¿Tú fuiste el primero que hizo el gancho en una cancha? Me parecía un recurso fantástico, igual que un caño o un sombrero en fútbol. Tenías que haberlo patentado".

"Hombre, es difícil ser el primero por original que pareciera en España. En 1948 hubo un tal George Mikan, en Minneapolis, que empezó a hacerlo cuando los Lakers jugaban allí y no en Los Angeles. Yo lo veía como una solución para un pívot de poco más de dos metros. Por allí arriba no hay quién tapone la pelota. Igual que tú en el área siendo tan pequeñito. Te la organizabas para tumbar a defensas de 1,80. Tú eras listo gallego...".

Nos acercamos al motivo que nos trajo, el duelo fratricida entre los hermanos del fútbol y el baloncesto madridista:

"Amancio, yo creo que nos engañasteis, porque creo recordar que por cada gol que os metiéramos suponía igual a diez puntos en baloncesto. Eso nos dejaba en desventaja. Y encima mis colegas del baloncesto no pasábamos del centro del campo y a Miguel Ángel y García Remón no les metimos ni un gol. Recuerdo las tortas que nos dábamos con las botas de fútbol y esos tacos que se clavaban en la hierba de vuestro campo de entreno. ¡Era imposible majo!".

Portero gigante.

A Luyk no le falla la memoria. En el campo verde de la vieja Ciudad Deportiva los pupilos del inolvidable Miguel Muñoz humillaron a los alumnos, nada aventajados en la materia, de Pedro Ferrándiz: ¡20-0!

"Clifford, ¡pero de qué te quejas! Yo era la primera vez en mi vida que me enfrentaba a un portero de más de dos metros. Mirabas a la portería y se hacía de noche. Además vuestra táctica era puro catenaccio. Todos rodeándote a ti en el área pequeña. Y encima vuestros pequeños la tocaban bien. Los hermanos Ramos, Cabrera y Corbalán, que era un niño, la golpeaban como si supieran de qué iba esto. Lo que ocurre es que Pirri y Junquera no entendían de amistosos y querían ganar como sea. Así es este escudo...".

La venganza no se consumó en la vuelta disputada en el coqueto Pabellón de baloncesto, que llevaba seis años de vida tras inaugurarse en 1966, el año en el que Amancio lideró la sexta Copa de Europa con los ye-yés. Vencieron los gigantes (168-49), pero no les sirvió para remontar el 20-0:

"El que nos mató fue García Remón. Yo creo, querido Amancio, que con el Gato de Odessa nos engañasteis. Botaba y subía la pelota como si hubiera sido el suplente de Carmelo Cabrera. Él metió los puntos necesarios para que nos quedáramos cortos. Debió anotar casi treinta de los cincuenta que nos metisteis. Más de uno se alegró por allí arriba en las oficinas nobles del estadio. Para que no digas que los del baloncesto éramos los niños mimados del club (sonríe)".

La conversación se caldea y destila una amistad entre los dos profunda y sentida:

"Amigo Clifford, recuerdo que me decías que Zárraga era un número uno en conocer los bares de tapas del centro de Madrid y que los michelines de los jugadores del equipo de baloncesto eran por culpa de él (se carcajea feliz)".

"Lo que pasa Amaro es que antes fomentábamos el sentimiento de grupo, de equipo y de club. Mira, el Madrid era lo más grande pero al final era una familia. Recuerdo que nuestros partidos de baloncesto en Europa eran con doña María, la mujer de don Santiago, como líder indiscutible de la expedición. Nos adoraba y nos daba suerte".

Amancio se pone melancólico y muestra su perfil más humano:

"El Madrid nos ha enseñado a vivir la vida con orgullo y humildad. Yo llegué con 22 años y tú con 21. Dos niños que aquí nos hemos hecho hombres. Lo bueno es estar hoy contigo para recordarlo. Dame una copia de esa foto que la voy a enmarcar amigo...". Y se fueron entre bromas y abrazos. Dos leyendas vivas. ¡Grandes!