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Liga BBVA | Real Madrid

"Quiero tener dos jugadores por puesto"

Un 4-4-2 sin extremos fijos, una obsesión por jugar mucho tiempo en el campo contrario, una obligación de agradar al público. Esos principios mayores trae Pellegrini al Bernabéu. Los explicó en AS sin pedir tregua: "En un grande la exigencia es máxima desde el primer día".

Luis Nieto
Actualizado a
<b>DE VISITA. </b>Manuel Pellegrini visitó AS y repasó los principios generales del fútbol que le gusta, de momento sin poner nombres propios.
jesús aguilera / pepe andrés

Me encantan los veranos: nunca pierdes partidos", dijo un día Roy Evans, entrenador del Liverpool. Y rostro de verano, sin derrotas, ni cicatrices, ni intercambio de golpes con la Prensa, ni conflictos de vestuario, lució Manuel Pellegrini en su visita a AS. Espigado como el mapa de Chile, sonriente como conviene al nombramiento y discreto como manda el manual de quien se está moviendo en el mercado, el nuevo entrenador del Madrid aterriza directamente sobre la agenda. Entre ayer y hoy pretende cerrar la pretemporada, perfilar las bajas y las altas, conocer quién entrenará al filial y presentarse en sociedad ante una legión de periodistas. Porque su nombramiento ha sido un suceso en Chile, que le toma por embajador de lujo, y Argentina, donde hizo campeón a San Lorenzo y River Plate. "La presión en el campeonato argentino es muy similar a la que tendré en el Madrid, pero afecta más a tu vida diaria. Allí se te encara cualquiera por la calle. Quien es capaz de dirigir allí, puede hacerlo en cualquier lugar del mundo".

No le gusta que se le trate como a un extraño, que todo el mundo pretenda explicarle la diferencia entre Villarreal y Madrid. "¿Cómo no voy a conocerla después de cinco años acá?", replica. "Todos los vestuarios son iguales. En River yo tuve a Salas, D'Alessandro, Gallardo. El liderazgo de una caseta depende de que las normas sean iguales para todos, de que los jugadores estén comprometidos con el proyecto. Y eso se gana día a día. El rol de entrenador incluye tanto el manejo del grupo como la táctica. Eso explica que una misma plantilla con un mismo esquema de juego unas veces gane y otras no".

Viene a cuento la explicación por aquel conflicto con Riquelme que acabó con el argentino, en la cúspide de su estrellato, fuera del Villarreal. "En esto alguien tiene que mandar. Con razón o sin ella", dijo entonces Pellegrini. Hoy confirma que "siempre he tenido buenas relaciones con los jugadores, pero también grito en el vestuario. Lo que ocurre es que he aprendido a moderar el carácter porque en el fútbol, cuanto más te dejas llevar por las emociones, peor respuesta ofreces ante las situaciones difíciles. Cuanto más te autocontrolas, menos te equivocas. No puedes dejar que el entorno te desquicie. Naturalmente que doy instrucciones desde el banquillo, pero no soy un payaso. Y sé que en el descanso de un partido los jugadores escuchan poco. El partido no lo preparas en el campo, sino durante la semana". En alguna ocasión ha comentado que "el técnico significa el 95 por ciento de lunes a sábado y el 5 por ciento el domingo".

La filosofía.

"Se juega como se entrena", es el primer mandamiento. "Cuanto mejor se juega, más se gana", es el segundo. Y parecen más fácilmente aplicables en el Madrid. "Yo llegué al Villarreal y el primer día les dije que había que jugar de otra forma, que era necesario ir de frente a por el contrario, que siempre había que salir a buscar el partido, que no valía con marcar un gol y defenderlo. Ese fue mi gran logro. Y acortamos las distancias con grandes como Valencia, Sevilla, Atlético e incluso Barcelona y Madrid". Fundamentalmente, comprando en el mercado suramericano: "Es que allí los jugadores son más baratos".

En la conversación, Pellegrini recuerda su origen italiano. Sus abuelos paternos eran originarios del norte. Su abuelo materno, de apellido Ripamonti, vivió en A Coruña. "En Chile se juntan los descendientes de españoles, italianos y árabes. Cada uno tiene su club: Unión Española, Audax Italiano (en el que él comenzó) y Palestino. Fueron importantes en los 50 y 60. Ahora no tanto". También habla de sus trece años como central y de su retirada, a la que llegó tras perder un salto "con un chaval de 17 años flaquito del Trasandino, cedido por el Cobresal, llamado Zamorano". De haber sabido dónde llegó luego Iván quizá no se hubiera ido. Y también recordó sus comienzos como entrenador: "Le dije a mi mujer cuando empezaba que un día entrenaría al Madrid, que para mí es la cima en este oficio".

Y aquí está, en un equipo "que tiene el espíritu de lucha en su genética. Hace dos años le dio para ser campeón, la temporada pasada también, y en esta ha perseguido al Barça hasta el final. Y con tres entrenadores distintos. Eso demuestra que el espíritu del que hablo se transmite de veteranos a jóvenes y que no es incompatible con el talento".

La conversación desemboca en Raúl. "El tiempo pasa para todos", dijo Valdano hace dos días. "Y es verdad. Sé que Raúl lleva siendo criticado desde hace cinco temporadas. Pero yo elegiré a los futbolistas por su rendimiento. Y este año ha marcado 24 goles... Y no todos los goles valen igual. No es lo mismo meter el último de un 4-0 que hacer tres en Sevilla y darle la vuelta a un partido que tu equipo va perdiendo".

Forlán, Kaká, Cristiano, Xabi Alonso. Pellegrini se esmera en este eslálom gigante para esquivar cada nombre propio que la redacción de AS pone en su descenso. Sólo habla de principios generales. "Suelo utilizar un 4-4-2, aunque no siempre, con dos mediocentros, uno más creativo que otro. Y no me gustan los extremos fijos, porque si pierden un mano a mano con el defensa le dejan toda la banda libre al adversario. Hay que ocupar todo el frente de ataque, incluidas las bandas, pero no siempre con los mismos. Los puntas tienen que bajar a ayudar. Y es decisivo mantener la pelota y recuperarla lo más arriba posible, porque en caso contrario el rival te obliga a bajar 70 metros. Y me gusta que en una plantilla haya dos jugadores por puesto". También tiene normas de convivencia: "Los jugadores tienen que llegar al trabajo con 45 minutos de adelanto y su peso se controla a diario". "Los entrenamientos te dan una mecánica de fútbol. Todos los que yo dirija serán con balón, entretenidos, orientados siempre hacia el juego". Lo celebrará el vestuario.

Valdebebas.

Ayer mismo conoció Valdebebas, su base de operaciones: "Me ha parecido espectacular, por su tamaño y su comodidad. Esa es la base de todo club. Y esta es la mejor que he visto en el mundo".

Ahora hace falta que la fábrica produzca, porque la cantera del Madrid no pasa por un buen momento. Casillas, Raúl y Guti fueron los últimos que llegaron para quedarse, para ser titulares habituales. Y de eso hace, en el mejor de los casos, nueve años. "Iré a ver al filial en algunas ocasiones y en otras me fiaré de los informes. El que suban jugadores directamente o se fogueen en otros equipos dependerá de ellos. Yo llevé a Cazorla y Font al primer equipo y cuando, en la segunda temporada, vi que les costaba, los cedimos. Cazorla volvió muy maduro. Bruno también ha llegado al primer equipo sin pasar por ningún préstamo. Todo depende de la capacidad mental del jugador. Si le hace falta formación, irá a otro club. En caso contrario, a jugar. En Argentina hay muchos futbolistas en Primera con 17 ó 18 años". Algunos, como el hermano mayor de Higuaín, debutaron con él. No exige un esquema común para toda la cantera, "pero sí me parece importante que al menos el filial juegue de la misma manera que el primer equipo".

Para no perder el tiempo, Pellegrini ni siquiera pide paciencia: "En un grande no hay plazos. El Barça ha ganado tres títulos este año y la gente le pedirá que gane el primer partido de la próxima temporada. Un equipo poderoso está obligado a ser competitivo desde el primer día. En pretemporada no buscaré resultados, prepararé a la plantilla, repartiré los minutos. Pero en el primer partido oficial el equipo estará preparado".

Instantes después vuelve sobre sus pasos: "Es importante armar una gran plantilla, porque con once jugadores buenos no se consigue nada". Sin duda, habla pensando en la Champions: "El desgaste de esta competición es muy grande. En el Villarreal competíamos por la tercera o cuarta plaza mientras seguíamos en Europa y eso fue complicado". Aún así, llevó al equipo a los cuartos en esta edición y a las semifinales en la de 2006. "Aquella noche, contra el Arsenal, falló un penalti Riquelme, pero también tuvo tres Guille Franco, y Forlán...". La Champions es una cuenta pendiente. Y una obligación inexcusable si la final se juega en el Santiago Bernabéu.