¿Ha sido su último día en La Rosaleda?

Sí, ya me he despedido del presidente, de los técnicos y de la gente del club. Ya estoy de vacaciones.

Al final, no acepta la oferta y se va.

Es el final de mi estancia en Málaga. Hemos estado hablando un rato y al final no ha podido ser. Hay que pensar en un futuro lejos de aquí, pero con este club en mente porque creo que he pasado unos años muy buenos.

¿Cuándo dirá a qué equipo se marcha?

Pues cuando tenga algo. Cuando lo tenga claro ya lo sabrá todo el mundo y espero que no se retrase mucho. Creo que ha pasado suficiente tiempo para sacar algo en claro.

De todas las equipos que han sonado, ¿no se ha concretado nada?

Parece que no. Hasta que mi agente no me diga exactamente qué equipo me ofrece algo que vaya en consonancia con lo que quiero, no habrá nada. De momento, no hay nada que pueda interesarme y hay que seguir esperando hasta que se aclare la situación.

¿Tiene la sensación de que las partes no han hecho todo lo que estaba en sus manos?

Tengo una sensación algo agridulce porque me parece que, con un poquito más, se podría haber llegado a un acuerdo. Quizás las posturas han sido demasiado rígidas y ese punto medio en el que se confiaba, no apareció por ningún lado. Con el tiempo se ha ido enfriando la relación.

¿No se le ha pasado por la cabeza ceder en algún momento de la negociación?

El problema era ese, que ambas partes pensaban que ya cedían demasiado. Unos y otros hemos sido demasiado cabezones en el tema. Aun así, puede ser uno de mis últimos contratos y tenía que buscar lo mejor para mí.

¿Se deja alguna puerta abierta?

Sí. Hablando con el presidente y la secretaría técnica les he transmitido que siempre podrán contar conmigo para lo que quieran y ellos me han dicho que aquí siempre estará mi casa.