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Real Madrid - Barcelona | La previa del partido

El título se decide en un Bernabéu al rojo vivo

Robben y Heinze, titulares. Guardiola apuesta por Busquets

Actualizado a
<b> ESTE AÑO MOSAICO EN VEZ DE PASILLO </b>Las gradas del Bernabéu se pintarán de blanco cuando los equipos salten al terreno de juego (20:00 h.). Se repartirán 80.000 cartulinas que añadirán otro aliciente al gran clásico.

Si cualquier clásico es, por defi nición, un monumento, en este caso hay que añadir el estímulo de dos trayectorias fabulosas y la emoción del título que se pone en juego. Nada habrá defi nitivo sea cual sea el resultado, pero quien venza esta noche se revestirá de una autoridad moral sobre el campeonato, que para el Barcelona sería una autoridad real pues, de ganar, aventajaría al Madrid en siete puntos.

Señalado lo evidente, hay que advertir que el par tido también plantea una batalla filosófica al hacer coincidir dos estilos diferentes y reñidos: el que nace de las vísceras y el que se inspira en el arte. También esa pugna, tan vieja como el fútbol, quedará resuelta esta tarde y hasta nueva orden. Una vez fi jadas las armas y las motivaciones, toca enfocar el partido. Si algo nos enseñan estos duelos es que quien parte con menos opciones consigue la victoria o está cerca de hacerlo. Esta ley no escrita mantuvo su vigencia en el partido de ida, cuando se anunció que el Madrid sería vapuleado y luego no recibió un gol hasta el minuto 83. El problema, esta vez, consiste en señalar al equipo más débil. Podría ser el Barça, por el simple hecho de visitar el Bernabéu, o pudiera tratarse del Madrid, que por algo se encuentra a sólo cuatro puntos del liderato.

Como el pronóstico no se aclara, probaremos a evaluar a los equipos de norte a sur, de la cabeza a los pies. En principio, el estado anímico favorece al Madrid, que desde Sevilla encadena buenas noticias: vuelve Robben, sonríen todos y la ausencia de Guti no se siente tan determinante como en tiempos pretéritos. El Barça, por el contrario, empezó la semana chocando con el Chelsea, escayolando a Márquez y harto, imagino, de escuchar las fanfarrias que suenan desde la capital. Si sumamos el efecto del Bernabéu, podemos concluir que el Madrid parte con ventaja espiritual.

El dilema. El fútbol es otra cuestión. En este punto las diferencias son absolutas. El Barcelona crece con el balón y el Madrid mejora sin él, aunque en Sevilla exhibió una versión más cariñosa con la pelota. La querencia natural de cada equipo altera el lógico reparto de papeles. El Barça debería esperar, pero no sabe, y el anfitrión estaría obligado a llevar la iniciativa, aunque suele delegar. De cómo solucionen el problema dependerá el resultado final. Si el partido resulta convencional pertenecerá al Barcelona y si enloquece será propiedad del Madrid. En los respectivos equipos se reparten tantas claves como estrellas saltarán al campo. En el Madrid, Juande alineará a Robben aun a riesgo de estropear el jarrón de la dinastía Ming. La apuesta es arriesgada: se gana una banda pero se pierde un centrocampista, de modo que Lass y Gago quedan abandonados ante las ocurrencias de Xavi, Iniesta y Busquets. Hay más novedades. Heinze regresa al lateral para intimidar a Messi, sobre el que ejerce, dicen, una poderosa infl uencia. Descartado el marcaje físico, Juande apuesta por el control mental y, supongo, por las ayudas terrenales de Lass.

Cambio. En el Barça, Guardiola cambia dos piezas en relación al equipo que se midió al Chelsea: el joven Busquets entra por Touré y Puyol por el lesionado Márquez. El objetivo fi nal no se modifi ca: mover la pelota y presionar al Madrid en la salida del balón, a lo que se aplicarán Henry y Etoo. Los números nos ofrecen otras claves. El Barcelona ha generado 21 goles por la derecha y 11 por la izquierda, lo que resalta el protagonismo de Alves. El Madrid, por su parte, es el equipo con más goles fuera del área (14) y el más efectivo al contragolpe (13). Por aquí aparece Higuaín. La estadística también incide en el gigantismo del partido. Nunca dos equipos habían logrado nueve victorias seguidas en Primera, nunca se persiguieron aspirantes tan generosos, tan goleadores. Hace doce jornadas el Barça tenía doce puntos de ventaja. Hoy la diferencia ya no se mide con catalejo, sino con lupa y marcapasos.