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Cantarero

"Dirijo al Real Madrid salvadoreño y confío salvarlo del descenso"

Los emigrantes de nuestro fútbol. Carlos García Cantarero (Madrid, 1961) vive en El Salvador su segunda experiencia americana. la primera la vivió en Panamá.

Tomás Guasch
Actualizado a
Cantarero
reuters

¿Qué le llevó hasta allí?

Hará cosa de un mes me llamó el presidente del Alianza, que es el club más importante en El Salvador, y me convenció. Le costó poco. Me gusta conocer nuevos países, otras gentes. Nos pusimos de acuerdo muy deprisa.

¿Y qué se encontró?

Más de lo que esperaba, sobre todo el país. Su fútbol lo conocía de mi anterior etapa en Panamá. La vida aquí es agradable, se vive muy cómodo en un país que trabaja para modernizarse, por ser mejor y limar las desigualdades sociales que todavía existen. Mi problema no es la vida, es el equipo que está mal clasificado. Si no estuviera como está no me habrían llamado, claro.

¿Y cómo está?

Aquí se juega a la argentina, un torneo de Apertura y otro de Clausura con dos clasificaciones que se unifican al final sumando los puntos que ganas en cada una. Ahora estamos cuartos en el Clausura, pero como en el anterior el equipo acabó muy abajo, el cómputo nos sitúa penúltimos con evidente riesgo de descenso. El reto es acabar por lo menos como estamos, pues eso nos asegura la permanencia. Confío en ello, sí.

¿Cómo es un día en su vida?

Madrugo mucho, entre cinco y media y seis de la mañana estoy de pie. Leo la prensa, me paso por el club y me empapo de la competición, veo videos del equipo, de la selección salvadoreña donde juega gente mía y rivales... Más tarde entrenamos, como frugalmente pues no soy de mucho comer y por la tarde, pues más de lo mismo. No es una vida muy diferente de la que llevaría en España si entrenara.

¿Qué es el Alianza?

Por historia, seguidores y demás, el Real Madrid de aquí.

¿El pueblo se interesa por nuestra Liga?

Sí, y la ve mucho. La mayoría es el del Madrid, también del Barça. Yo me dedico a convertir gente para el Atlético, ¡ja, ja!

¿Cuál es el nivel de la Liga comparado con lo nuestro?

Podríamos hablar de una Segunda División española de media tabla hacia abajo.

¿Y los salarios?

Se sitúan alrededor de un buen Segunda B nuestro. Pagan en dólares y la cosa andará entre los cinco y siete mil mensuales para jugadores y técnicos por término medio.

¿Cómo es el hincha?

Muy amable, nada violento. Va con sus tambores, su animación. A pasarlo bien. Hay mucha afición al fútbol, la gente me para por la calle muy al estilo de lo que me pasó cuando dirigí al Atlético.

Dijo que come poco. ¿Pura añoranza de la paella?

No, no añoro nuestra comida. Aquí se come bien, todo es natural. El pollo es de corral en serio... Todo el país es un canto a la naturaleza: el mar, sus montañas... Lo más sorprendente es la actividad sísmica: el otro día se agitó un volcán y se me movió la cama. En lo centros comerciales se ven carteles con dos consejos: en caso de incendio haga usted esto; en caso de seísmo, esto otro.

¿El Mágico González sigue siendo el rey?

Y la reina. Viene a nuestros partidos y estoy a la espera de tener una charla con él. Será el ídolo nacional toda su vida. No hay entrevista que me hagan que no incluya una pregunta sobre su paso por España.

¿A qué se dedica?

Tiene ciertos negocios, no una ocupación concreta. Su presencia en cualquier acto deportivo o social está asegurada. Es un buen relaciones públicas y, ya saben, un personaje muy especial.

¿Hay algún otro Mágico en ciernes?

Ahora mismo, no. Pero sí gente interesante como Cristian Castillo, un zurdo muy prometedor, desequilibrante. Juega en mi equipo y también Rodolfo Celaya, internacional, un delantero del estilo del Kun Agüero.

¿Cuidan la cantera?

Las están intentando mejorar pues lo tienen fácil: los niños aquí pueden jugar todavía en cualquier parte. Estamos rodeados de parques, de zonas verdes, esto no es Madrid, ¿eh? Están en ello, dándole forma a un torneo de reservas, pensando en los chavales. Acaban de celebrarse elecciones a la presidencia de la república con el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Seguro que en breve el nuevo gobierno pondrá manos a una obra que el fútbol salvadoreño quiere y necesita.

Hablemos de su primera experiencia lejos de casa: Panamá. ¿Cómo acabó allí?

Por pura casualidad. Fui de turismo y nada más pisar el aeropuerto se me presentó el presidente del Chorrillo, un equipo de la capital. Se enteró de mi llegada y allí que se plantó. Total, que iba para veinte días y me quedé año y medio. La experiencia fue buena. En Panamá falta la infraestructura que sí tiene El Salvador, pero trabajé bien y el equipo se clasificó por dos veces para las semifinales, en lucha por el campeonato. Nunca antes lo había conseguido.

No hace mucho mataron a tiros a un ex jugador suyo y no fue el primero.

Así fue. El Chorrillo pertenece a un barrio de cierta complicación social. Hubo veces que sonaban disparos mientras entrenábamos y la pared de unas casas vecinas al campo de prácticas está agujereada de los impactos de bala. Son frecuentes las reyertas entre bandas rivales. Y sí, tres de las personas con las que trabajé murieron a tiros en los últimos seis meses: un utillero de 16 años, el padre de un futbolista y el jugador al que se refería, un chico de 22 años al que llamaban Careca. Pero no es un problema de Panamá, del país, sino del barrio en concreto.

¿No le seduce volver a España?

Me gusta trabajar, no me apeteció nunca sentarme a esperar que despidan a un compañero y me llamen... o no. Me encanta mi trabajo e iré donde lo haya para mí. De momento, en El Salvador hasta final de temporada. Andar por aquí hace que te conozcan en los países vecinos: Costa Rica, Honduras, me han hablado ya de volver a Panamá... No tengo un plan fijo.

Usted también fue árbitro.

Sí, con 15 años. Siempre fui muy independiente y lo hice para ganar dinero y conocer otra cara del fútbol, la más difícil, ingrata e incomprendida.

¿No les abronca?

Me quejo, claro. Está en la raíz del fútbol, pero en mi fuero interno sé lo difícil que es arbitrar... y que sin árbitro no habría fútbol.

Usted hizo debutar a Fernando Torres en el Atlético. ¿Qué piensa cuando lo ve ahora triunfando a lo grande?

Que hizo muy bien marchándose, que ha crecido en todo y muy especialmente en lo físico, que ha llegado donde todos los que le conocimos de chaval pensamos que llegaría. Y no, yo no subí a Fernando al primer equipo, se subió él solo. Tuve la suerte de coincidir con él y apostar por lo evidente: si no le llego yo a dar la alternativa se la hubiese dado otro.

Fue en aquel Atlético en Segunda que no ascendió y sí el Tenerife de Rafa Benítez. ¿De haber sucedido lo contrario habría cambiado también su historia y la de él?

¡Quién sabe! A ver: Rafa habría llegado hasta donde está hubiese ascendido o no con el Tenerife entonces. En realidad lo logró por diferencia de goles... Mi labor en el Atlético fue buena, faltó la gran guinda del ascenso. De haberlo conseguido habría quedado que el equipo volvió a Primera conmigo en el banquillo. Al final lo logró con Luis Aragonés.

¡Con lo atletista que es usted!

Sí lo soy. Hablamos de un club muy especial, del que te enamoras si lo conoces por dentro. Mi deseo es que gane siempre pues le tengo un cariño muy especial por muchas cosas y por lo bien que se portó conmigo Jesús Gil y también su hijo Miguel Ángel.

¡Qué personaje fue Gil!

Ya lo creo. Su temperamento era especial y el mío... también. Me hablaba muy claro y yo la contestaba igual. Siempre respetó mi trabajo y establecimos una relación muy afectuosa. Fue una persona importantísima para el Atleti y que dejó huella lo confirma que cuando por aquí me hablan del Atlético me preguntan por él y por Torres, fíjese...

De su paso por Lugo, Levante, Elche, Cultural Leonesa... ¿qué aprendió?

Fútbol. En Lugo empecé, siempre lo recordaré con cariño. De ahí pasé al fútbol base del Atlético. Con el Levante casi ascendimos, compartí con Pedja Mijatovic su última temporada en activo. Salí contento de allí. Menos de Elche y León pues las cosas fueron peor. En Elche se pensaban unas cosas y se hacían otras, no sacamos agua clara. Y en la Cultural tampoco supimos acabar con sus urgencias históricas del ascenso. Fueron mis peores experiencias en el banquillo y no me consoló que después de irme yo las cosas no mejoraron en ambos clubes sino que empeoraron.

Usted que trató a Mijatovic y puesto que su tarea en el Madrid ha despertado amores y odios, ¿lo ficharía como director deportivo?

Lo conocí como futbolista, no le he visto en un despacho. Pero ve muy bien el fútbol, conoce el mercado, sabe de lo que habla y es muy listo. Yo sí le veo como director deportivo.

Pero no en El Salvador...

¡Ja, ja! Eso sí me parece difícil...