Desde que regresó Mateo Alemany, las cosas son otras. El mejor presidente del Mallorca de todos los tiempos ha traído nuevos vientos de ilusión que el equipo ha notado en forma de briosa reacción. Tres triunfos consecutivos le han sacado del descenso. Y su papel en la Copa del Rey ha sido muy meritorio. No habría pasado nada si se hubiera colado en la final. Pero el Barça, aun en crisis es mucho Barca.

El mejor Mallorca recibe a un Betis extraño y dubitativo. Capaz de jugar maravillosamente como la semana pasada contra el Villarreal, sacar cinco puntos de doce posibles en el terrible Everest (Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Villarreal) y sin embargo ponerse sólo dos puntos por encima del descenso. Así es el Betis.

El partido es dramático. Fundamental. El que pierda puede meterse en descenso si Osasuna vence, y se producen una serie de carambolas matemáticas donde entraría el Sporting. La parte de abajo se ha comprimido con la reacción de bermellones y navarros, el desplome del Sporting y Getafe y los errores de un Betis que sólo ha ganado dos partidos en su estadio. Curiosamente uno de ellos al Mallorca.

Aduriz empieza a justificar los seis millones de euros pagados por su compra al Athletic; Arango rememora su más óptima versión, Aouate está cada vez más asentado y Martí, el gran Pep Martí es ese líder dentro y fuera. Chaparro eternamente cuestionado, recupera a Emaná, estancado en siete goles desde el 11 de enero y se encomienda al excelente Ricardo Oliveira, tres goles en cuatro partidos. En la Isla de la Calma, esta tarde tenemos un partido de infarto.