No es sorpresa, y eso ya era una mala noticia, que el Valencia se despidiera anoche de la UEFA porque el equipo che lleva dos meses en caída libre y cualquiera le pintaba la cara. No era noticia, insisto, porque desde la ronda previa el Marítimo ya rondó la sorpresa en Mestalla y luego los ches no fueron capaces de ganar a ningún rival en su estadio. Tampoco lo hizo con el Dínamo y no fue injusto, con lo que a los de Unai los expulsaron de Europa sellando una depresión que no ha tocado fondo. Alerta máxima en Valencia: en un mes adiós a la Copa, a la UEFA y a la zona Champions.

Y la gangrena en el cuerpo blanquinegro está arraigada, porque anoche jugaron los buenos para demostrar que el caos no entiende de nombres y que, ahora mismo, juegue quien juegue, anda igual de perdido. No es normal que estando sobre el campo Villa, Morientes, Mata, Silva, Joaquín y Vicente goleen Marchena y Del Horno. Tampoco lo es que con un doble pivote defensivo (Marchena y Fernandes, alias 'el cuchara' porque ni pincha ni corta), el Valencia sea un coladero que enlaza ya 20 partidos seguidos recibiendo gol.

Con un equipo en desintegración delante, al Dínamo le bastó con estar ordenado y aprovechar errores locales. Dieron primero y, aunque les remontaron (2-1), siguieron a la suya hasta encontrarse con el enésimo regalo local de un Valencia deprimido al que Emery no le encuentra solución y que involuciona a cada partido.